Vida y obra de José Mª Iparraguirre

Trabajo de Juan José Garay Jauregui publicado en el digital El Obrero el 24/03/2020.

A fin de hacer más comprensible la vida y obra de José Mª Iparraguirre, conocer sus vivencias y circunstancias, es conveniente fijar una serie de capítulos, que coinciden con los distintos teatros en que desarrolló su existencia.

Un análisis pormenorizado de su vida y circunstancias, aclaran cuales fueron sus inquietudes e ideas, que muchas veces han sido camufladas para que algunos bandos políticos intenten monopolizar a su favor su vida y obra.

Es necesario un tratamiento objetivo de los hechos, concatenados unos con otros para poder fijar con claridad quién era Iparraguirre, cuáles fueron sus ideales en cada etapa de su vida, su forma de vida, que no fue tan gloriosa como su obra, y su final triste.

Tanto carlistas como nacionalistas han querido atribuirle su pensamiento, y en parte es cierto que Iparraguirre en varias épocas de su vida, quizá las más constructivas fue un carlista comprometido, y nunca pudo ser nacionalista, porque en su vida no se conocía el nacionalismo vasco. Fue un Fuerista convencido, y después de unos años sin actividad conocida, ni artística , ni política, terminó rindiendo pleitesía por un plato de lentejas, a los que había combatido en su vida.

Iparraguirre fue un sujeto fuera de lo común, capaz delo mejor y del mayor idealismo, para caer en el más rastrero materialismo para poder sobrevivir. Digno personaje, que de no haber sido real, hubiera podido ser literario.

CAPITULO PRIMERO.- NACIMIENTO INFANCIA Y JUVENTUD.

Nace un 12 de Agosto de 1820, en URRETXU, entonces llamado Villareal de Urrechua, hijo de José Agustín de Iparraguirre y de Dª Manuela Balerdi, matrimonio que tenía una Confitería en la Calle Mayor ( Casa Alzola-etxea ) de la citada población.

Su partida de Bautismo dice : En trece de Agosto de mil ochocientos veinte bauticé a José María, que anoche nació, hijo legítimo de José Agustín de Iparraguirre, natural de Idiazabal, y Manuela Francisca de Balerdi, natural de Gaviria: nieto por línea paterna de Miguel Ignacio de Iparraguirre Y Francisca Ignacia de Aramburu, naturales de Idiazabal: y por la materna de Juan Ignacio de Balerdi y Clara de Escorta, naturales de Gaviria: fueron sus padrinos José María de Iparraguirre y María Ignacia de Escorta, vecinos de Segura: a quienes avisé del parentesco espiritual y la obligación de instruirle en la doctrina cristiana, en cuya certificación firme yo el Vicario –Don Domingo Paulino de Izaguirre ( del Libro de Bautismos de la Parroquia de San Martín de la Villa Real de Urrutxua , que dio principio en 17 de Enero de 1790, y fin en 5 de febrero de 1861, al Folio 154, se halla la partida descrita )

El padre, era persona con ideología realista, y como vemos en las Actas de las sesiones Municipales del Ayuntamiento de la población natal, el 26 de Junio el año 1823, se formó la Milicia local, entre los sargentos figuraba el padre de José Mª Iparraguirre. Posteriormente en sesión e 2 de noviembre del año 1825 de nuevo se le nombre Sargento Segundo.

Estamos en pleno periodo Absolutista con Fernando VII, lo que no afectaba absolutamente la vida de Guipúzcoa, que se regía por sus propios Fueros.

Cuando José Mª, cumple cinco años, lo envían sus padres a Cerain, a casa de un tio suyo, maestro dela Villa para que aprenda en lengua castellana, historia y geografía.

Con once años, lo envían de Cerain a Vitoria, a estudiar latín. Pasados dos años sus padres que se han trasladado a vivir a Madrid, en donde se han establecido, lo reclaman. En la Corte, por mediación de un Padre Jesuita, ingresa en el Colegio de San Isidro, para continuar sus estudios.

Son los años en que agoniza Fernando VII, y se incuba la Primera Guerra Carlista.

El padre de José Mª se pronuncia carlista, y su entusiasmo se refleja en el hijo.

A Madrid llegan noticias de que en las Provincias Vascongadas la población en masa se ha volcado por las ideas que tanto él como su padre defienden : la causa de Don Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII.

Iparraguirre sueña en Madrid con las luchas de los partidarios de Don Carlos libran en el Norte, y decide un día correr la aventura de la guerra. Salió de su casa despidiéndose de su Madre diciéndole que va a clase, abandonando Madrid.

Se desconoce que medios utilizó, ni cuanto tiempo empleó en hacer el viaje, ni las peripecias que pudo sufrir, aunque si se sabe que siempre le atormentó pensar en el sufrimiento de sus padres.

Esperando que su tío de Cerain le comprendiese llegó hasta dicha población, recorriendo cerca de quinientos kilómetros, pero para su tío, lo que había hecho, no tenía perdón, y para que cumpla penitencia, le envía a Lazcano, a un Convento de Carmelitas, y esté allí hasta que su padre pase a recogerlo.

A Lazcano se dirigió el Joven Iparraguirre, habiendo una distancia desde Ceraín a dicha población de unas dos horas andando. En el camino se encuentra en medio de un tiroteo entre carlistas y gubernamentales, y se esconde en una borda de pastores, en donde pasa la noche, y a la mañana se dirige a San Gregorio de Ataún, en donde se encuentra el I Batallón de Guipúzcoa, al que algunos biógrafos atribuyen el mando a Don Tomás de Zumalacarregui, lo cual es incierto, ya que al mando de dicha unidad se encontraba el oñatiarra Don Joaquín Julián de Alzáa, con quién Iparraguirre tuvo una amplia relación en sus años de exilio. No es conocida ninguna acción militar llevada a cabo en el término de Ataún a las órdenes de Zumalacarregui, por lo que se deduce que los combates a que asistió Iparraguirre fueron parte de la toma por parte carlista de la plaza de Ordicia, coincidiendo las fechas en que tenía catorce años el Bardo, principios de 1835. Dice Iparraguirre en una carta a unos amigos vitorianos, que sentó plaza de voluntario, primero con Iturriza, y luego con don Joaquín de Alzáa, y más tarde fue Guardia de Honor con Don Carlos hasta la terminación de la guerra.

En Septiembre de 1835, en los combates de Arrigorriaga, sufrió una herida en la pierna, y posteriormente fue herido en la cara en la Acción de Castresana, pasando después a ser alabardero en la Corte de Don Carlos en Oñate.

El 29 de Agosto de 1839, se firma el Convenio de Vergara, que no lo acepta Iparraguirre, marchando al exilio acompañando a Don Carlos.

CAPITULO SEGUNDO.- EL EXILIO.

Iniciado el exilio, Iparraguirre marcha de Bayona a París, de allí a Lyon, para pasar seguidamente a Suiza y al Tirol

En el Tirol, su voz espléndida aprende a modular, recorre sin rumbo las llanuras del norte de Italia, de allí pasa de nuevo a Francia, su guitarra siempre le acompaña. Recorre Francia con un grupo de comediantes italianos, teniendo un romance con una artista llamada Sophie Adèle Picquart, con la que tiene un hijo, que nacerá en Alsacia el 9 de Agosto de 1847, y será bautizado con el nombre de Fernando José. A este hijo lo deja abandonado en París junto con su madre. Si bien posteriormente, y ante el Notario de San Sebastián Don Joaquín de Elósegui, el 6 de septiembre de 1857 lo reconoce como hijo natural.

En esta periodo del exilio, Iparraguirre, según Don Fausto Arocena, tuvo conversaciones con la Marquesa de La Rochejaquelin, destacada aristócrata francesa, reconocida dirigente legitimista, con el General Cabrera, con el General Alzáa, con el que había servido en el I Batallón de Guipúzcoa, y con otros carlistas. Es sabido que en aquellos años, se gestaba en Francia un levantamiento carlista, que se llevó a cabo en Cataluña, en 1847, y se preparó la entrada de Alzáa, que tuvo lugar el 23 de Junio de 1848. Capturado por el Brigadier Zapatero cerca de Ataún, fue fusilado el 3 de Julio en Zaldivia. En otros lugares se organizaron alzamientos y partidas como las de Zabaleta, Lizarbe, Zubiri y algunos otros, siendo batidos Lizarbe n las Amescoas y Zubiri en Elzaburu, acosadas las partidas sin descanso, se fueron disolviendo, pasando a Francia unos 400 hombres, y siendo derrotado Iturmendi en La Solana, volviendo a Francia los que pudieron hacerlo.

Los Alzamientos en cambio tuvieron éxito en Cataluña y Aragón, prolongándose la guerra durante varios años. Fue la llamada Segunda Guerra Carlista, y el principal implicado el General Cabrera, con el que Iparraguirre tuvo contactos previos en Francia.

Durante su estancia en Francia, conoció la obra de Lamartine y Chateaubriand, ambos legitimistas, si bien Lamartine por su oposición al Régimen de Luis Felipe de Orleans, llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República, nacida precisamente por la Revolución que derrocó al Rey, al que tanto él como Chateaubriand consideraban ilegitimo.

Iparraguirre, hombre de su tiempo, asistió con emoción a los acontecimientos , llegando incluso a animar a los revolucionarios en Toulouse , cantando la Marsellesa, siendo aprehendido por la policía y conducido a la cárcel, y cuando sale, es expulsado de Francia, encuentra a unos comediantes italianos, con los que se traslada a Londres.

Estando en Londres, se dedica a cantar acompañado por su guitarra. Un día, cantando en un Café-Concierto, una canción en Euskera con aires tiroleses, se le acerca un Caballero de porte elegante, le tiende la mano. Es un Diplomático bilbaíno, Mazarredo. Y le ofrece un salvoconducto para volver. lo acepta.

CAPITULO TERCERO.- EL REGRESO.

Desembarca en Santoña, después de un viaje en velero. Su siguiente etapa en Bilbao, y en esta Villa oye hablar de los Fueros, que han sido prácticamente abolidos.

De Bilbao se traslada a Madrid, a ver a su madre, que regenta una Pensión en la que hay estudiantes vascos alojados.

En cuanto conoció la dirección de su madre, rápidamente fue a verla. Se cuenta, y a mi me lo han contado en casa, de niño, que cuando abrió la puerta su madre, lo primero que le dijo fue : “ Joshe Mari, au da eskolatik etortzeko orduba ¿ ( Jose Mari, ¿ es hora de venir de la escuela?

Por aquel entonces, en las Cortes, se atacaba duramente lo que quedaba de los Fueros Vascos, el Diputado Sánchez Silva lanzaba furiosos ataques pidiendo su abolición, y los diputados Foralístas Aldamar y Pedro Egaña le contestaban indignados. ( hoy no queda prácticamente recuerdos de estas sesiones en las Cortes, si bien en agradecimiento a su labor en defensa de los Fueros, ambos cuentan con calle dedicadas a su memoria por lo menos en San Sebastián ).

La reacción de Iparraguirre ante estos hechos no es política, es poética, le sale del corazón, y con el mismo ardor que el que le llevó a luchar por Don Carlos, le lleva a componer su obra más universal el “Guernikako arbola”.

Una noche de 1853, en el Café de San Luis, uno de los lugares en que Iparraguirre cantaba habitualmente, y al que acudían los vascos que estaban en Madrid, y conjuntamente con el compositor Altuna, que transcribía al pentagrama las canciones que componía, subieron ambos al estrado, con Altuna al piano, Iparraguirre de pie, y por primera vez se oyó cantar el Guernikako arbola.

Ese mismo año, El País Vasco se manifestaba abiertamente contra los intentos de modificación de los Fueros, que pretendía el Gobierno de Bravo Murillo, aunque sin llegar a la acción violenta, sin duda estaba muy cercano el recuerdo de la última guerra.

Iparraguirre ya muy popular entre la colonia Vasca de Madrid, se traslada a Vizcaya, en donde canta por calles de Bilbao, de allí pasa a Guipúzcoa. Fija su residencia en un Caserío de Ezquioga, canta en los pueblos y en las calles de San Sebastián y es el periodo que compone distintas canciones, algunas de emotiva sensibilidad. Como donostiarra y por haberlas oído cantar en casa de niño me acuerdo especialmente de usar su apellido. Omo anteriormente he citado, es:“Ben batian Loyolan, erromeriya zan, antzen ikusi nubet….” Y de una canción galante como es : “Ume Eder bat, ikusi nuben, donostiyako kalean hitz erditxo bat, hari esan Gabe nola pasatu parean….. “

Podemos decir que estos años constituyen el periodo más importante de su producción. Su obra se expande por todo el País Vasco, y lo lo constituyen canciones que han perdurado hasta el día de hoy, y continúan cantándose. Hay composiciones melancólicas, como “Gaztegaztetan …., o críticas como Ezkongainetan ….

El hecho de cantar en las calles de San Sebastián, indigna a algunos fueristas moderados, que consideran que sus canciones son una provocación, que es intolerable, y un reto al Gobierno, lo denuncian, y la Guardia Civil lo detiene, le llevan preso a Tolosa, y consecuencia de ello es la composición de una de sus canciones más conocidas : “Zibilak esan naute”, se acuerda en ella de su madre ( nere Amak baleki.. ).

Algunos escritores han situado esta canción compuesta cuando su detención en 1848 en Francia, y su encarcelamiento en Toulouse, pero no puede ser así, ya que utiliza la palabra Zibilak, y de haber sido compuesta por su detención en tierras francesas hubiera utilizado la palabra : gendarmetarrak.

Al salir de la cárcel, es expulsado del País Vasco, recorre Cantabria, Asturias y Galicia, llegará a Portugal. Cuando obtiene el Perdón, vuelve al País Vasco, en donde la gente le vuelve la espalda, es entonces cuando se acuerda de su hijo natural abandonado junto con su madre en París, y lo reconoce ante Notario, para que pueda usar su apellido. Es como anteriormente lo he citado el 6 de Septiembre de 1857.

Sabe que su popularidad se ha esfumado, conoce a una joven de Alegría de Oria, llamada María Angeles Querejeta, y deciden irse a Argentina.

Al irse entona el “Agur Euskalherria”

CAPITULO CUARTO.- LA AVENTURA AMERICANA.

Contraerán matrimonio José María y Maria Angeles en Buenos Aires en 1859, el tiene 39 años, y ella 17. De la capital argentina se trasladan a Costa del Arroyo, a orillas del Rio Negro, en plena Pampa en Uruguay. Poco se sabe de aquellos años, el matrimonio tiene ocho hijos, llamados : Bernardo, Benigno, Angela, Lucía, Felisa, Dominga, María y Luis.

Poco se sabe de ellos. Uno de los varones fue un forzudo conocido por haber tumbado un tranvía en Montevideo, dos de sus hijas vinieron una vez al País Vasco, cuya impresión se comentará en el siguiente capítulo.

Se sabe que vivieron en un estado de pobreza, y que José María no se distinguió por su laboriosidad, y que el matrimonio terminó mal avenido.

CAPITULO QUINTO.- EL REGRESO.

En Febrero de 1876, finaliza la tercera Guerra Carlista. Carlos VII cruza la frontera por Valcarlos, y Estella cae varios días después en manos gubernamentales. Muchos carlistas se acogen al indulto presentándose en Alsasua. Batallones enteros pasan la frontera y se exilan. Muchos exilados se quedan a vivir en Iparralde, sacudida por una fuerte sangría de su juventud por la guerra Franco Prusiana ( el abuelo del conocido Bertsolario MATTIN Trecu, fue uno de ellos ), casándose con jóvenes del lugar, otros, batallones enteros guipuzcoano parten como mercenarios a la guerra civil que asola Uruguay ( guerra entre conservadores y liberales), con el triunfo de los primeros, que pasaron a llamarse el Partido Blanco, por el color de las boinas que usaban los batallones carlistas guipuzcoano ( en esta guerra intervino el Capitan Juan Jaúregui Arrizabalaga, hermano de mi bisabuelo, nacido en el Caserío Eguibartxo de Azpeítia, que fue ayudante del Cura Santa Cruz, y después Capitán en el Batallón de Azpeítia del Ejercito carlista ).

Lógicamente, Iparraguirre tuvo que tener noticias de la Guerra, ya que Uruguay, fue el país que acogió el mayor número de exilados guipuzcoanos, y sin embargo no se conoce que se pronunciase en absoluto.

Por las noticias que se tienen, unos gubernamentales vitorianos, que habían luchado contra los carlistas, son los que empiezan a indagar sobre Iparraguirre, los hermanos Julián y Ricardo Becerro de Bengoa, El 16 de Septiembre de 1876, Ricardo hace publicar en la Paz, la noticia de que Iparraguirre vivía, y encarga as u hermano Julián, que residía en Uruguay, que lo buscara. Este, haciendo una visita de instrucción pública por los pueblos de Uruguay, se paró a descansar, después de larga jornada a caballo, en bohío o rancho, y contempló desde la farte de afuera de una ventana una habitación pobre y sucia, dentro de la cual había varios chicos y mujeres y un anciano de luenga barba, que se hallaba tocando la guitarra y cantando. Ocurrióle preguntar quién era el dueño de aquella estancia, y como oyese el nombre de Iparraguirre, replicó de donde era, y al oír de Guipúzcoa,le ocurrió si sería el autor del Guernikako Arbola, que se hallaba perdido y olvidado por los vascongados… Habló con él, se convenció de que era el mismo que había sospechado, y le faltó tiempo para escribirle a su hermano Ricardo. (datos tomados del libro “Iparraguirre y el Arbol de Guernica” de Fermín Herran 1896 ).

Su afán de halagar a los que aparecía como sus mecenas, aunque hubieran luchado en el bando contrario a sus ideales a favor de Don Carlos y los Fueros, le llevaron a presentar en la Conferencia Literaria celebrada el 29 de Julio de 1877 en el Teatro Colon de Buenos Aires en beneficio del Hospital Español, unos versos contra Carlos VII, cuando ya había pasado más de año y medio de su derrota y destierro, del que lógicamente debía haber tenido noticias.

En uno de sus versos leemos :

Zuaz, D. Carlos zazpigarrena,

Urrun bai gure lurretic;

Ez dezu utzi guretzat pena

Eta tristura besteric:

Lutoz nagarrez ama gaisoac

¡Ay! Ezin consolaturic;

Ez dego naiz ez gueyago icusi

Zori gaiztoco guerraric

Su traducción al castellano :

Vete, D, Carlos VII,

Lejos si de nuestra tierra;

No nos has dejado

Más que penas y tristezas;

Las pobres madres llorando enlutadas

¡ Ay ¡ sin poder consolarse;

No queremos, no, presenciar

Más infaustas guerras.

El escritor Juan Aguirre, considera que esta acción no es más que un triste bagaje para la vida de Iparraguirre.

Después Iparraguirre, siempre contando con la ayuda de sus nuevos benefactores, prepara su regreso al País Vasco, y lo primero que hace es olvidarse de su familia, dejarla abandonada y tirada a su suerte en la Pampa.

En octubre de 1877 se embarca, llega a Burdeos, al llegar a la frontera, en Hendaya se emociona, llega a su tierra, ahí sale el “ Ara nun diran , …. Ara España, lur oberican, ez da Europa guztiya….

El recibimiento oficial, los partidarios de Alfonso XII, los que han abolido los Fueros, lo reciben en Vitoria. Es un hombre de 57 años, avejetado, agotado, su voz antes viril, está cascada, rota. Enseguida la multitud que esperaba algo de él queda decepcionada.

Comienzan a llamarle el “Gran Arlote”, vive en Gabiria, en e lCaserío que ha sido de su madre. No tiene casi amigos, y vive de las ayudas que recibe de unos pocos que le quedan. Consigue que las Diputaciones le concedan una pensión de 110 pesetas mensuales, es el precio de una traición a toda su vida.

Participa en certámenes florales y llega a actuar en el Teatro Real de Madrid.

Sus amigos, que todavía tiene alguno, no proceden de entorno, son cercanos a las políticas que lleva el Gobierno. Alterna con Miqueletes y gente que había sido históricamente enemiga de todo lo que había defendido.

Con 61 años, el 21 de Marzo de 1881, marcha Iparraguirre desde su domicilio en Chapartegui ( caserío de su madre ) hasta la Venta de Zozabarro, después de merendar, cuando volvía a Chapartegui, le coge un aguacero, empapado se refugia en el corral de los cerdos de Zozabarro, y allí caé enfermo. Le asiste el médico de Gabiria, Don Ignacio Casares, ya que los propietarios de la Venta le habían instalado en una habitación, al ver el médico el estado en que se encontraba el enfermo, le dice que llame a un sacerdote. Iparraguirre, se confiesa, y muere el día 6 de Abril y su cuerpo fue trasladado en un carro al cementerio de Urretxu. Al cortejo sólo asistieron un grupo de niños y niñas que estaban jugando junto a la Venta cuando sacaron el cuerpo.

Años después, y es testimonio de un historiador, J. Ignacio Tellechea Idigoras, nieto precisamente de una de las niñas que acompañó al cuerpo, cuenta que un tio de su madre, Don José Joaquin Azpiazu, había sido voluntario en la tercera guerra carlista, que exilado en Francia, y sin recursos pasó a Uruguay donde conoció a Iparraguirre, y que el poeta, ya de regreso, pasaba por el caserío de Azpiazu, y sólo y abandonado acogía con gusto que le invitasen a comer.

Cuenta Tellechea Idigoras , que años más tarde llegó a España uina hija de Iparraguirre, llamada María. Cuando pensaban que se merecía un gran recibimiento, quedaron sorprendidos, cuando oyeron de labios de su hija : “ no quiero nada de mi padre, nos abandonó a toda la familia en América”.

EPILOGO.-

Iparraguirre fue un hombre de grandes contradicciones, de carlista convencido llegó a vender su fidelidad por un puñado de dinero, cuando la miseria le atenazaba. Abandonó a su familia en la pobreza por volver a un país que le había olvidado. Se convirtió en el “Gran Arlote” el que había sido el Poeta de Euskal-Herria. Mendigaba cariño de los que habían sido sus correligionarios, y sus compañeros de juergas eran los que habían perseguido los Fueros, a los que tanto había idolatrado.

Hace unos años, con motivo del centenario de su fallecimiento, Iparraguirre, recibió multitud de homenajes, se homenajeaba al autor del Guernikako, y de de probablemente el autor de las mejores canciones que ha tenido el Pueble Vasco. Entre estos homenajes no faltó el del Partido Carlista, recordando su figura de voluntario, exilado, conspirador y declarado Fuerista. Este homenaje fue contestado por miembros del P.N.V., tales como Federico de Zavala, Senador por Guipúzcoa, y de Iñaki Linazasoro, Alcalde Tolosa ( con el que tenía yo una buena amistad ), al grito de : Iparraguirre no fue carlista.

En sus artículos hacían única referencia a los versos publicados en Buenos Aires en 1877 contra Carlos VII, sin mencionar siquiera el largo historial carlista que tuvo.

Más o menos querían presentarlo como nacionalista, cosa que nunca fue. Recordemos el Ara nun dira, a su regreso de América, dice claramente : Ara España, lur oberican, ez da Europa gustiya.

También quisieron presentarlo los Bizcaitarras a Iparraguirre como nacionalista, cuando Sabino Arana y su hermano se presentaron en San Sebastián con sus seguidores, a consecuencia de los disturbios acaecidos en tiempos de la “Gamazada”, a finales de agosto del 1893.

Y hablando de los sucesos de San Sebastián, cuando el pueblo enardecido, contra Sagasta, después de cantar el Guernikako Arbola en el Boulevard donostiarra, reclamando no se aboliese el concierto Económico que propugnaba Gamazo, se dirigió hacía el Hotel de Londres ( que no estaba en la actual ubicación, sino en la Avda. de la Libertad esquena Fuenterrabia, en el solar que hoy día está el Banco de Sabadell ) apedreándolo. La policía detuvo a un personaje bajito, mal hecho y con barba, acusándole de ser el instigador de la revuelta, y peligroso anarquista. Cuando se conoció la identidad del detenido, el mismo Gobernador Civil, al dejarlo en libertad, fue a pedirle disculpas, era un error imperdonable. El detenido era un aristócrata francés, que poseía los títulos más prestigiosos del país vecino, y una de las mayores fortunas del mismo. Era el que ha pasado a la historia, ni por sus títulos ni por su fortuna, sino por sus cuadros Don Henri Toulouse-Lautrec.

 

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