Jura y Proclamación de S.M. D. Carlos VII de Borbon y Austria Este, Rey de las Españas, como Señor de Vizcaya, realizadas solemnemente só el Árbol de Guernica el día 3 de julio de 1875

Folleto publicado en la Imprenta del Señorío de Vizcaya, en Durango, en julio de 1875.

Junta general del día 28 de Junio de 1875.

Congregada la Junta, en la forma de costumbre, este día veinte y ocho de Junio de mil ochocientos setenta y cinco y abierta la sesión a las diez de la mañana, se leyó el acta de la de ayer y fue aprobada.

A la vez y con igual entusiasmo acordóse elevar un mensaje de ardiente amor al Rey Nuestro Señor (q. D. g.) en el que se exprese toda la lealtad, toda la adhesión de este Solar hacia su legítimo Señor.

Con lo que se levantó la sesión, firmando esta acta Sus Señorías, conmigo el Secretario de Gobierno.- Pinar.- Urquizu.- Piñera.- Pértica.- Llona.- José Antonio de Olascoaga, Secretario.

Junta general del día 30 de Junio de 1875.

Congregada la Junta general a las diez de la mañana de este día treinta de Junio de mil ochocientos setenta y cinco.

De orden de la Presidencia se leyó el proyecto de Mensaje a S. M. acordado en sesión de antes de ayer, cuyo tenor es el siguiente:

SEÑOR:

VUESTRO M. N. y M. L. Señorío de Vizcaya, reunido só el árbol de Guernica para deliberar sobre su peculiar administración, se apresura a saludar en V. M. al legítimo y natural SEÑOR de este suelo infanzón.

Deber es, Señor, de los pueblos que en algo aprecian su historia y su dignidad, de los que han conservado puro el precioso legado de sus cristianas libertades, ganadas por el esfuerzo y los sacrificios de sus mayores, ser consecuentes consigo mismos y sellar con un acto solemne lo que su conciencia y sus convicciones exigen de su acrisolada lealtad.

En Vos mira Vizcaya al heredero de sus esclarecidos SEÑORES; campeón ilustre que enarbola decidido el estandarte glorioso de DIOS y de la PATRIA, sosteniéndolo entre los embates revolucionarios y sacándolo siempre vencedor, merced al esfuerzo heroico de un Ejército de leales: en VOS, y solo en Vos, contempla al mantenedor fiel de esas instituciones queridas, síntesis de la vida de este pueblo y las que le alientan para perseverar en la senda de la virtud y consagrarse al trabajo, base de su pobre, pero honrado bienestar.

He aquí porque al constituirse Vizcaya, siguiendo la tradición de sus buenos usos y costumbres, quiere, Señor, ante todo elevar su voz para causar la más solemne protesta de ardiente amor y de lealtad insigne hacia el que por su derecho, tanto como por el cariño, es su legítimo SEÑOR: protesta que arranca de todos los corazones, que pronuncian todos los labios, que el eco lleva de valle en valle y que la afinan y sellan con la sangre de sus hijos, voluntariamente derramada en cien campos de batalla en defensa del que es su General en el combate, su Compañero en las fatigas y su Padre en las aflicciones.

No podría, Señor, ahogar la Junta general, aunque quisiera, la manifestación sincera de los sentimientos de firme adhesión hacia V. M. que brillan y resplandecen en los corazones de todos los buenos Vizcaínos. No podría prescindir de aclamaros en este augusto recinto, faltando así al juramento que espontáneamente prestara de vencer ó morir en defensa de la nobilísima empresa acometida por V. M. y en la que le secundan todos los hombres de buena voluntad, que lo son cuantos aman a su RELIGIÓN, y a su PATRIA. ¡Ah! Que para callar en estos solemnes momentos seria preciso no solo desconocer los sentimientos y las aspiraciones todas de este País, sino romper nuestras tradiciones y violar nuestra conciencia y Vos sabéis, Señor, que Vizcaya, patriarca de los pueblos verdaderamente libres, sigue siempre y en todas las épocas de su existencia el camino que le señalan su honor y sus convicciones.

Habéis escuchado desde hace dos años las aclamaciones incesantes de los pueblos, que os proclaman SEÑOR DE VIZCAYA: habéis recogido en las ciudades, como en los campos, en las Villas y en los Concejos, en las Repúblicas todas que forman este Solar, los votos mas sinceros, mas fervientes que os señalan como al escogido de Dios para salvar a España del abismo, a cuyo borde vacila y tiembla: habéis guiado sus hijos a la victoria, conquistando el concurso de todas las voluntades y de todos los corazones: sois, en fin, Señor, para Vizcaya la columna firmísima que protege a la Iglesia; la esperanza y el sostén de la Patria y el centinela avanzado de sus Fueros y libertades.

Os ampara el derecho; os acogen entusiastas los pueblos: sois el escudo de la España, el representante de Dios en la potestad humana y nada falta en verdad a la diadema que ciñe vuestra augusta frente; empero, si precisara la consagración de ese derecho, la ratificación de esa voluntad, el pavés en que se alce vuestro trono… Vizcaya, Señor, os ofrece todo eso. Este Solar, como libre que es, se consagra todo entero a Vos, su natural y legítimo SEÑOR.

Venid, Señor, Vizcaya os espera solícita; esté Solar anhela sentaros en la silla humilde, pero digna, en la que ilustres progenitores Vuestros se juzgaron honrados, y llenando la foralidad que sus leyes requieren, el Señorío, en uso de su perfecto derecho, alzara pendones por Vos, gritando entusiasta,

¡Vizcaya, Vizcaya, Vizcaya!

¡Por el Señor Don Carlos VII, de este nombre,

Señor de Vizcaya y Rey de las Españas!

Entonces, Señor, podréis decir a la Europa y al mundo entero, que contempla atónito vuestra grandeza y el heroísmo del Ejército Real, que si erais Monarca por el derecho y por el hecho, lo sois de hoy mas por la consagración solemne que un pueblo libre, cual ninguno de la tierra, ha hecho ciñendo vuestra augusta frente con la Corona, emblema de la dignidad Real.

Acoged, Señor, la expresión irrevocable de la voluntad de Vizcaya: llevad a, vuestra amadísima Esposa, la idolatrada Reina D.ª Margarita, al Príncipe é Infantes los votos que este Solar hace por su felicidad y que Dios guarde vuestra preciosa vida para bien de la Iglesia; ventura de España y alegría de Vizcaya.

Só el árbol de Guernica treinta de Junio de mil ochocientos setenta y cinco.

A L. R. P. de V. M.,

El Corregidor, Conde de Pinar.

El Diputado general, Fausto de Urquizu.

El Diputado general, Pedro María de Piñera.

El Síndico, Serapio de Pértica.

El Síndico, Juan José de Llona.

El Consultor, Juan Nicolás de Tollara.

El Consultor, Pantaleón de Sarachu.

Los Padres de Provincia, José Niceto de Urquizu, Vicente de Belarroa, Francisco de Zabala, Lorenzo de Arrieta Mascárua.

Por la anteiglesia de Mundaca, Martín José de Zulueta, Tomás Antonio de Echevarría.

Por la anteiglesia de Pedernales, José Domingo de Lachiondo, Santiago de Legarreta.

Por la anteiglesia de Busturia, León Inocencio de Arrien, Juan Bautista de Borda.

Por la anteiglesia de Murueta, Pedro de Allendesalazar, Juan Antonio de Muruetagoyena.

Por la anteiglesia de Fórua, Juan Ramón de Hormaechea, Vicente de Basterrechea.

Por la anteiglesia de Luno, Juan José de Larrucea, Juan Manuel de Musatadi.

Por la anteiglesia de Mújica, Pedro Pablo de Bilbao, Venancio de Orúe.

Por la anteiglesia de Arrieta, José de Asillona y Garay, Juan de Goitia.

Por la anteiglesia de Mendata, Juan José de Larrínaga.

Por la anteiglesia de Arrazua, José Martín de Inchausti, Aquilino de Basterrechea.

Por el concejo de Ajánguiz, Juan Antonio de Legarra, Ramón de Bilbao.

Por la anteiglesia de Ereña, Román de Zubiaga, Pascasio de Naveran.

Por la anteiglesia de Ibarranguelua, Nicolás de Gabicagogeascoa, Silvestre de Inchausti.

Por la anteiglesia de Arteaga, Julián de Landeta, Martín Antonio de Muruetagoyena.

Por la anteiglesia de Cortezubi, José Antonio de Endeiza, José Antonio de Zaldegui.

Por la anteiglesia de Nachitua, Simón de Oñederra, Manuel Antonio de Zaracondegui.

Por la anteiglesia de Ispaster, José Ignacio de Aguirre.

Por la anteiglesia de Bedarona, Juan Agustín de Goya, Juan Ventura de Iribar.

Por la anteiglesia de Murélaga, José María de Aboitiz, Juan Domingo de Idoeta.

Por la anteiglesia de Navarniz, Manuel de Icazuriaga, Miguel de Urrutia.

Por la anteiglesia de Guizaburuaga, Pedro de Itza, Modesto de Tellaeche.

Por la anteiglesia de Amarata, José de Cortabitarte.

Por la anteiglesia de Mendeja, Ignacio de Aranzamendi.

Por la anteiglesia de Berriatúa, José Domingo de Elordi.

Por la anteiglesia de Cenarruza, José Domingo de Martitegui.

Por la anteiglesia de Arbácegui, Pedro José de Urionabarrenechea.

Por la anteiglesia de Jemein, Miguel Antonio de Garramiola.

Por la anteiglesia de Echevarría, Bartolomé de Egurrola, José Antonio de Unamúnzaga.

Por la anteiglesia de Amorevieta, Juan de Sagastabeitia.

Por la anteiglesia de Echano, Juan Cruz de Perea, José Domingo de Ugarriza.

Por la anteiglesia de Ibárruri, José Domingo de Mendataurigoitia, Juan Domingo de Astorquia.

Por la anteiglesia de Gorocica, José Ignacio de Apraiz, Juan Antonio de Magunagoicoechea.

Por la anteiglesia de Baracaldo, Antonio de Gorostiza.

Por la anteiglesia de Echévarri, Julián de Celaya, José Miguel de Arechalde.

Por la anteiglesia de Galdácano, Ricardo P. de Uriarte, Carlos de Urrutia.

Por la anteiglesia de Arrigorriaga, Fabián Ortiz de Zarate.

Por la anteiglesia de Arrancudiaga, Juan de Iturriondobeitia.

Por la anteiglesia de Lézama, Pedro de Ayarza, Pablo de Bilbao.

Por la anteiglesia de Zamudio, Juan José de Lazpita, Cirilo de Aguirre.

Por la anteiglesia de Lújua, Modesto de Egusquizaga, Silverio de Bilbao.

Por la anteiglesia de Sondica, Martín de Echevarría, José Ramón de Corraleche.

Por la anteiglesia de Erandio, Juan Antonio de Echevarria, Juan Antonio de Sangronlz.

Por la anteiglesia de Berango, Ángel de Gorrondona.

Por la anteiglesia de Sopelana, José María de Castaños.

Por la anteiglesia de Urduliz, Domingo de Astolózaga.

Por la anteiglesia de Barrica, José Manuel de Garay, Juan Luis de Arriaga.

Por la anteiglesia de Gorliz, Juan Clemente de Artaza, Domingo de Záldua.

Por la anteiglesia de Lemoniz, José Antonio de Muñoa, Juan Manuel de Múrua.

Por la anteiglesia de Gatica, Juan Bautista de Arauco.

Por la anteiglesia de Lauquiniz, Juan Antonio de Longaray, José María de Echegaray.

Por la anteiglesia de Maruri, Carlos de Uriarte.

Por la anteiglesia de Oleaga, Juan José de Larrabe.

Por la anteiglesia de Munguía, Juan Bautista de Arruza, Candido de Goitia.

Por la anteiglesia de Gamiz, Juan Manuel de Legarreta, Francisco de Oleaga.

Por la anteiglesia de Fica, Juan Bautista de Isasi.

Por la anteiglesia de Baquio, Antonio de Olondo.

Por la ante iglesia de Fruniz, Juan José de Otázua.

Por la anteiglesia de Meñaca, José de Goiriena.

Por la anteiglesia de Lemona, Samuel de Municha.

Por la anteiglesia de Yurre, Juan Antonio de Bilbao.

Por la anteiglesia de Castillo y Elejabeitia, Martín Antonio de Arteche.

Por la anteiglesia de Ceánuri, Bernardino de Zuluaga, Martín de Echezarraga.

Por la anteiglesia de Dima, Domingo Román de Ocerin, Salvador de Echevarría.

Por la anteiglesia de Santo Tomas de Olabarrieta, Juan Domingo de Altuarana.

Por la anteiglesia de Aránzazu, Pedro de Arteche, Antonio Juan de Vildósola.

Por la anteiglesia de Ubídea, Francisco de Aguirre.

Por la anteiglesia de Derio, Martín de Uriarte, Pedro de Gangoiti.

Por la villa de Bermeo, Esteban de Calzada, Juan Cruz de Echevarría.

Por la villa de Durango, Juan E. de Orue, Ángel de Ascondo.

Por la ciudad de Orduña, Gregorio de Eguíluz, Benito de Echeguren.

Por la villa de Lequeitio, Romualdo de Aróstegui, José Ignacio de Mendieta.

Por la villa de Guernica, Estanislao de Arangüena, Martín de Labarria.

Por la villa de Valmaseda, Pedro de Echevarría y Goiri.

Por la villa de Plencia, Anacleto Martínez, José Cruz de Unibaso.

Por la villa de Marquina, Luis de Basterra.

Por la villa de Ondarroa, Antonio de Arriola.

Por la villa de Ermua, José María de Ariño.

Por la villa de Elorrio, Rufino de Lasuen, José Domingo de Aldape-Urrutia.

Por la villa de Villaro, Tomás de Ingunza, José de Arnuriza.

Por la villa de Munguia, Felipe de Hormaechea, Doroteo de Maurica.

Por la villa de Larrabezua, Francisco de Zubieta, Juan Domingo de Azpuru.

Por la villa de Miravalles, Martín de Bengoechea.

Por la villa de Guerricaiz, Víctor de Relaustegui.

Por la villa de Rigoitia, Juan Bautista de Andraca, Atanasio de Astoreca.

Por la villa de Ochandiano, Francisco de Garcegui, Jacinto de Pujana.

Por el valle de Gordejuela, Leandro de Villanueva.

Por el valle de Carranza, Ramón González.

Cuatro Concejos del valle de Somorrostro, Juan Ángel de Allende.

Por el Concejo de Güeñes, Ramón de Lejarza.

Por el valle de Trucios, José de Haza.

Por el Concejo de Galdames, Cecilio del Campo.

Por el Concejo de Zalla, Bernardino D. de Sollano.

Por el Concejo de Sopuerta, Diego de Izaguirre.

Por el valle de Arcentales, Manuel González.

Por las anteiglesias de la Merindad de Durango, Abadiano, Axpe y Marzana, Apatamonasterio, Arrazola, Zaldivar, Berriz, Garay, Yurreta, Izurza, Mañaria y Mallavia,Francisco Antonio de Vizcarra, Francisco de Elórriaga, Pedro María de Mallavibarrena, Pedro de Ariznabarreta, Juan Antonio de Solaguren, Andrés de Zulueta, Andrés de Miota, Marcos de Zabala, Domingo de Galarza, José Francisco de Marquina, José Domingo de Olave, Pedro de Belacortu.

Por la anteiglesia de Elanchove, José Ignacio de Tremoya, Juan Bautista de Basterrechea.

Por el valle de Orozco, Santiago de Echevarría, Frutos Joaquín de Epalza.

Por la anteiglesia de Vedia, Fernando de Urgoiti.

Por la anteiglesia de Basauri, José Miguel de Urruticoechea, Ramón de Orbe.

El Secretario de Gobierno, José Antonio de Olascoaga.

La Junta vino en aprobarlo, por aclamación, acordando que elegantemente escrito y suscrito por todos los señores Apoderados, se entregue a S. M. y que se imprima y circule con profusión por el Señorío.

Se dio cuenta de la siguiente moción:

M. N. y M. L. SEÑORÍO DE VIZCAYA.

Excmo. É Ilmo. SEÑOR:

Pedimos a la Junta, que en fiel observancia de los Fueros, buenos usos y costumbres de esta hidalga tierra y rindiendo el pleito homenaje de nuestro solemne e inquebrantable reconocimiento, se proceda inmediatamente a la proclamación del Egregio Monarca D. Carlos VII de Borbón y Este, Rey de las Españas y Señor de Vizcaya, por el derecho más perfecto y la voluntad del pueblo católico. Casa de Juntas de Guernica 30 de Junio de 1875.- Excmo. e Ilmo. Sr.- JOSÉ DE ASILLONA y GARAY.- JUAN E. DE ORÚE.-.ANACLETO MARTÍNEZ.- JOSÉ IGNACIO DE MENDIETA.- JUAN MANUEL DE MUSATADI.-PEDRO DE ALLENDESALAZ.- ROMUALDO DE ARÓSTEGUI.

La Junta, previa la manifestación hecha por un señor Apoderado, de que en el ánimo de todos los que constituyen la Junta general estaba el formular inmediatamente esta misma proposición, la aprobó por unanimidad y por aclamación y poseída del mayor entusiasmo, acordando que con toda solemnidad se proceda a la proclamación de D. Carlos VII de Borbón y de Este, como SEÑOR DE VIZCAYA.

Resolvió la Junta que la Presidencia señalara el día y el ceremonial para esta solemne proclamación.

Con lo que se levantó la sesión, firmando esta acta sus Señorías, conmigo el suscrito Secretario de Gobierno, de que certifico. PINAR. – URQUIZU. – PIÑERA. – PÉRTICA. – LLONA. – JOSÉ ANTONIO DE OLASCOAGA, Secretario.

Junta general del día 2 de Julio de 1875.

Reunida la Junta general a la hora de costumbre de este día dos de Julio de mil ochocientos setenta y cinco, se leyó el acta de la sesión anterior y fue aprobada.

Leyóse el siguiente ceremonial para el acto de la solemne jura y proclamación de S. M. D. Carlos VII, Rey de las Españas y Señor de Vizcaya, acordándose se imprima y reparta a los Señores apoderados:

CEREMONIAL

que ha de observarse en la jura y solemne proclamación del Señor D. Carlos VII de este nombre, Rey de las Españas y Señor de Vizcaya.

Al amanecer una salva de veinte y un cañonazos anunciará tan gran día. De media en media hora se disparará un cañonazo.

A las diez saldrá de la Casa Consistorial el Regimiento general, llevando el Síndico de turno el pendón del Señorío, yendo precedido de todos los Caballeros Apoderados en Juntas generales y Señores Padres de Provincia, con acompañamiento de músicas, clarines y atabales, y se dirigirá procesionalmente a la casa morada de S. M. el Rey y recogiéndolo pasarán al Estrado, que se halla só el árbol de Guernica.

Una vez allí, se celebrará el Santo Sacrificio de la Misa y durante ella y ante la Santa Hostia Consagrada, S. M. se dignará prestar el juramento de guardar y hacer guardar los fueros, buenos usos y costumbres del Señorío.

Terminada la Misa, el Caballero Síndico de turno levantará pendones y hará la proclamación del Señor con la debida formalidad. En este tiempo se harán veinte y un disparos de cañón.

Realizada la proclamación se levantará el retrato del Rey, só el dicho árbol haciéndole guardia de honor doce Caballeros Junteros, quedando allí el pendón del Señorío.

Hecha la proclamación se prestará a S. M. pleito homenaje por el Regimiento general y Caballeros Junteros, que para ello irán besando la mano al SEÑOR DE VIZCAYA.

El Regimiento y la Junta se dirigirán, acompañando al SEÑOR DE VIZCAYA, a la Iglesia de Santa María de Guernica, donde se cantará con toda solemnidad un Te Deum en acción de gracias, regresando en la misma forma a dejar a S. M. en su morada y, cumplido este deber, el acompañamiento seguirá hasta el estrado y recogiendo el estandarte y el retrato del Rey, volverán a la Casa Consistorial de Guernica, donde se elevará el pendón y se colocará el retrato del Rey, hasta la noche; continuando la guardia de los doce Caballeros.

Habrá por la tarde bailes populares, música y toda clase de regocijos públicos.

El Señor Corregidor hizo presente a la Junta general que habiendo manifestado a S. M. el Rey el acuerdo solemne del Señorío de proclamarle como su SEÑOR, fue tal la agradable emoción que S. M. experimentó, que le aseguró que era aquel uno de los días más felices de su vida y que jamás se olvidaría de la relevante prueba de cariño que Vizcaya le daba por ese acuerdo y que deseoso de demostrar al Señorío sus sentimientos de amor y gratitud a este País, llegaría a Guernica esta tarde y mañana prestaría solemne juramento de guardar los Fueros só el árbol de Guernica. La Junta escuchó con íntima satisfacción las palabras del Señor Corregidor y acordó constara en el acta la gratitud y el reconocimiento que Vizcaya profesa a su legítimo SEÑOR.

Acordó la Junta que una Comisión de un individuo por Merindad, presidida por todos los Señores Padres de Provincia residentes en esta villa, recibiera a S. M. en Zugastieta, en nombre del Señorío, y que la Junta entera con el Regimiento general saludara al Rey en esta villa.

A propuesta de la Presidencia acordó la Junta que se nombraran por sorteo doce Apoderados para hacer la guardia al retrato de S. M. y efectuado resultó corresponder a los de los pueblos de Arrazua, Vedia, Güeñes, Abadiano, Arcentales, Fruniz, Berriz, Garay, Gordejuela, Mendata, Gatica y Santo Tomas de Olabarrieta.

La Comisión nombrada para recibir a S. M. es la siguiente:

Merindad de Uribe, D. JUAN JOSÉ DE LÁZPITA.

Merindad de Busturia, D. ROMÁN DE ZUBIAGA.

Merindad de Arratia y Vedia, D. ANTONIO JUAN DE VILDÓSOLA.

Merindad de Marquina, D. LUIS DE BASTERRA.

Merindad de Zornoza, D. JUAN DE SAGASTABEITIA.

Villas y Ciudad, D. PEDRO DE ECHEVARRIA.

Encartaciones, D. BERNARDINO DIEZ DE SOLLANO.

Merindad de Durango, D. FRANCISCO DE ELORRIAGA.

Merindad de Orozco, D. SANTIAGO DE ECHEVARRÍA.

La Junta acordó que el Mensaje a S. M. firmado este día por todos los Señores Apoderados, sea entregado hoy mismo al Rey por la Comisión precedente.

Con tanto se levantó la sesión firmando sus Señorías, conmigo el Secretario de Gobierno que lo certifico.- PINAR. – URQUIZU. – PIÑERA. – PÉRTICA. – LLONA. – JOSÉ ANTONIO DE OLASCOAGA, Secretario.

ACTA DEL JURAMENTO Y PROCLAMACIÓN DEL SEÑOR DON CARLOS VII DE ESTE NOMBRE, REY DE LAS ESPAÑAS Y SEÑOR DE ESTE M. N. Y M. L. SEÑORÍO DE VIZCAYA.

En la M. N. y M. L. villa de Guernica a tres de Julio del año de gracia de mil ochocientos setenta y cinco, cumpliendo con lo ordenado y acordado por la Junta general en las sesiones de veinte y ocho y treinta de Junio y dos del corriente, cuyos acuerdos irán por cabeza de esta acta en las copias que de ella se expidan, se constituyeron en la sala consistorial de la dicha villa el Excmo. Sr. D. Luis Gonzaga Mon y Velasco, Conde del Pinar; Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda y Gobernación y Corregidor de este M. N. y M. L. Señorío; sus Señorías D. Fausto de Urquizu y Arriaga y D. Pedro María de Piñera y Larraondo, Diputados generales; D. Serapio de Pértica y Sagasti y D. Juan José de Llona y Azcorra, Síndicos Procuradores generales del mismo; los Consultores letrados D. Juan Nicolás de Tollara y D. Pantaleón de Sarachu; D. Francisco de Ormaechegoitia, Arcipreste Eclesiástico y Cura Párroco de Guernica, y D. José Cruz de Llanos, Capellanes del Señorío; conmigo D. José Antonio de Olascoaga e Iparraguirre, Licenciado en Jurisprudencia y Secretario del Gobierno Universal de este Señorío, Asistiendo también D. Arístides de Artiñano, Licenciado en Derecho y en Administración, Comendador de numero de la Real orden Americana de Isabel la Católica y Secretario honorario del mismo.

Previo aviso y recado de atención, presentáronse los Señores Padres de Provincia Excmo. Sr. D. José Niceto de Urquizu y Arriaga, Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica y Subinspector general de los Tercios Forales del Señorío; D. Francisco de Zavala y Garay Artabe, y D. Lorenzo de Arrieta Mascárua y Sarachaga, Corregidor que ha sido de este Señorío y actualmente Comisionado en Corte por Vizcaya.

Presentáronse también los Caballeros Apoderados en Juntas generales, que se anotan a continuación:

Señores D. Martín José de Zulueta.-Tomás Antonio de Echevarría.- José Domingo de Lachiondo.- Santiago de Legarreta.- Leon Inocencio de Arrien.- Juan Bautista de Borda.- Pedro de Allendesalazar.- Juan Antonio de Muruetagoyena.-Buenaventura de Allendesalazar.- Juan Ramón de Ormaechea.-Vicente de Basterrechea.- Juan José de Larrucea.- Juan Manuel de Musatadi.-Pedro Pablo de Bilbao.-Venancio de Orúe.- José de Asillona y Garay .- Juan de Goitia.- Juan José de Larrinaga.- Juan Benito de Humarán.-José Martín de Inchausti.- Aquilino de Basterrechea.- Juan Antonio de Legarra.- Ramón de Bilbao.- Román de Zubiaga.- Pascasio de Naveran.- Nicolás de Gabicagogeascoa.- Silvestre de Inchausti.- Julián de Landeta.- Martín Antonio de Muruetagoyena.- José Antonio de Endeiza.- José Antonio de Zaldegui.- Simón de Oñederra.- Manuel Antonio de Zaracondegui.-José Ignacio de Aguirre.- Juan Agustín de Goya.- Juan Ventura de Iribar.- José María de Aboitiz.- Juan Domingo de Idoeta.- Manuel de Icazuriaga.- Miguel de Urrutia.-Pedro de Itza.- Modesto de Tellaeche.- José de Cortabitarte.- Ignacio de Aranzamendi.- José Domingo de Elordi.- José Domingo de Martitegui.- Pedro José de Urrionabarrenechea.- Miguel Antonio de Garramiola.- Bartolomé de Egurrola.-José Antonio de Unamúnzaga.- Juan de Sagastabeitia.- Juan Cruz de Perea.- José Domingo de Ugarriza.- José Domingo de Mendataurigoitia.- Juan Domingo de Astorquia.- José Ignacio de Apraiz.- Juan Antonio de Magunagoicoechea.- Antonio de Gorostiza.- Julián de Celaya.- José Miguel de Arechalde.- Ricardo P. de Uriarte.- Carlos de Urrutia.- Fabián Ortiz de Zárate.–Juan de Iturriondóbeitia.-Pedro de Ayarza.-Pablo de Bilbao.- Juan José de Bilbao.- Juan José de Lazpita.-Cirilo de Aguirre.- Modesto de Egusquizaga.- Silverio de Bilbao.- Martín de Echevarría.- José Ramón de Corraleche.- Juan Antonio de Echevarría.- Juan Antonio de Sangroniz.- Ángel de Gorrondona.- José María de Castaños.- Domingo de Astolozaga.- José Manuel de Garay.- Juan Luis de Arriaga.- Juan Clemente de Artaza.- Domingo de Záldua.- José Antonio de Muñoa.- Juan Manuel de Murua.-Juan Bautista de Arauco.- Juan Antonio de Longaray.- José María de Echegaray.-Carlos de Uriarte.- Juan José de Larrabe.- Juan Bautista de Arruza.-Camilo de Goitia.- Juan Manuel de Legarreta.- Francisco de Oleaga.- Juan Bautista de Isasi.-Antonio de Olondo.- Juan José de Otazua.- José de Goiriena.- Samuel de Municha.- Juan Antonio de Bilbao.- Martín Antonio de Arteche.–Bernardino de Zuluaga.- Martín de Echezarraga.- Domingo Román de Ocerin.- Salvador de Echevarria.- Juan Domingo de Altuarana.- Pedro de Arteche.- Antonio Juan de Vildósola.- Francisco de Aguirre.- Martín de Uriarte.- Pedro de Gangoiti.- Esteban de Calzada. – Juan Cruz de Echevarría.- Juan E. de Orue.- Ángel de Ascondo.-Gregorio de Eguiluz.-Benito de Echeguren.-Romualdo de Aróstegui.- José Ignacio de Mendieta.- Estanislao de Arangüena.- Martín de Labarria.- Pedro de Echevarría y Goiri.- Anacleto Martínez.- José Cruz de Unibaso.- Luis de Basterra.-Antonio de Arriola.- José María de Ariño.- Rufino de Lasuen.-José Domingo de Aldape-Urrutia.- Tomás de Ingunza.- José de Amuriza.- Felipe de Ormaechea.-Doroteo de Maurica.- Francisco de Zubieta.- Juan Domingo de Azpuru.- Martín de Bengoechea.- Víctor de Belaustegui.–Juan Bautista de Andraca.–Atanasio de Astoreca.–Francisco de Garcegui.–Jacinto de Pujana.- Leandro de Villanueva.- Ramón González.- Juan Ángel de Allende.- Ramón de Lejarza.- José de Haza.- Cecilio del Campo.- Bernardino D. de Sollano.- Diego de Izaguirre.- Manuel González.- Francisco Antonio de Vizcarra.-Francisco de Elorriaga.- Pedro María de Mallaviabarena.—Pedro de Ariznabarreta.-JuanAntonio de Solaguren.- Andrés de Zulueta.- Andrés de Miota.- Marcos de Zavala.-Domingo de Galarza.- José Francisco de Marquina.- José Domingo de Olave.- Pedro de Belacortu.- José Ignacio de Tremoya.–Juan Bautista Basterrechea.- Santiago de Echevarria.-Frutos J. de Epalza.- Fernando de Urgoiti.- José Miguel de Urruticoechea.- Ramón de Orbe.

Congregados y reunidos todos los Señores expresados, salieron en cuerpo de comunidad, llevando el Síndico Procurador general D. Serapio de Pértica el pendón del Señorío, que era una magnífica bandera de raso blanco bordada en oro, con las armas del Señorío en una cara y la efigie de la Purísima Concepción en la otra, dirigiéndose, precedidos de una sección del cuerpo de Miqueletes del Señorío, mandados por el Teniente Coronel D. Miguel de Urquidi, primer Jefe D. Eladio Rabanal, segundo Jefe y D. Luis de Mendive, Teniente de dicho Cuerpo, de varias músicas, clarines y atabales, hacia el palacio morada de S. M. D. Carlos Séptimo de Borbón y Austria de Este.

Todo el pueblo apareció elegantemente colgado y adornado; un concurso inmenso de vecinos y moradores de esta villa y de casi todos los pueblos del Señorío se extendía por las calles del transito: las salvas de artillería, los cohetes y el repique de campanas de todas las Iglesias y Conventos, prestaban a este acto extraordinaria solemnidad y animación.

Llegado que hubo la comitiva al palacio de S. M., donde se la recibió por la Real guardia con los honores de ordenanza, se dignó unirse a ella S. M, el Rey N. S., acompañado de su Augusto Padre él Rey D. Juan, y de S. A. R. el Infante D. Enrique de Borbón y Borbón, Conde de Bardi, hermano de S. M. la Reina nuestra Señora Dª Margarita, acompañándolos los Señores

Excmo. Sr. D. Miguel de Marichalar y Torres,

Gentil-hombre de Cámara de S. M.

Excmo. Sr. D. Rafael Tristany,

Conde de Aviñó,

Teniente General de los Reales Ejércitos y

Jefe del Cuarto Militar de S. M.

Excmo. Sr. D. José Pérula,

Mariscal de Campo de los leales Ejércitos y Jefe de Estado Mayor General.

Excmo. Sr. D. Isidoro de Iparraguirre,

Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos,

Ayudante de Campo y Secretario de Campaña de S. M.

Excmo. Sr. D. Fernando de Guroski y Borbón,

Marqués de Bondad Real,

Coronel de Caballería,

Oficial de Órdenes de S. M.

Sr. D. Eduardo de Respaldiza y Mier,

Teniente Coronel,

Oficial de Órdenes de S. M.

Excmo. Sr. D. José María de Orbe y Gaytán de Ayala,

Comandante,

Oficial de órdenes de S. M.

Sres. D. José Ponce de Lean, Comandante; D. José de Suelves y Montagut y D. Jaime Silva,Capitanes,

Oficiales de Órdenes de S. M .

Sr. D. Salvador Morales,

Aposentador de S. M.

Sr. D. José María Pérez de Guzmán,

Brigadier de los Reales Ejércitos y

Agregado al Estado Mayor General.

Sr. D. Juan de Parada,

Brigadier de los Reales Ejércitos, y

D. Javier de Barraute y Elio,

Teniente Coronel de Caballería;

cuyos Señores componían la Real Servidumbre de S. M.

Colocados S. M. el Rey y su Augusto Padre, en el puesto de honor y de preferencia que a su grandeza correspondía, se dirigieron procesionalmente Sus Señorías al Estrado que cae sobre las Gradas y só el árbol de Guernica, donde se había dispuesto un dosel de damasco para SS. MM. Una vez allí, situados los individuos del Regimiento general en sus respectivos puestos de honor, los Señores Padres de Provincia y Apoderados en el templete y presente un inmenso gentío, que ocupaba las galerías de la Casa de Juntas, la alameda y el campo que ante ella se extiende, el muy Ilustre Señor Don Juan Manuel de Carlon, Dignidad de Magistral de la Santa Iglesia Catedral de Lugo, salió a oficiar el Santo Sacrificio de la Misa, en un altar que se había colocado en el mismo estrado.

La concurrencia escuchó la augusta ceremonia con religioso recogimiento y en el momento que terminó la adoración del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, S. M. El Rey, descendiendo las gradas del Trono, se arrodilló ante el altar, disponiéndose a prestar su prometido juramento. Púsose en pié la concurrencia y tomando el Sacerdote la Hostia Consagrada en sus manos, dirigió a S. M. con elocuente entonación y enérgico acento estas magníficas frases:

SEÑOR:

Es un espectáculo digno de ser contemplado por los Ángeles el que ofrece un Rey de la tierra postrado ante la inmensa Majestad del que habita en los cielos. Nunca, Señor, jamás habéis aparecido ante vuestro pueblo rodeado de tanta verdadera grandeza como en estos momentos solemnes. Ahora, cuando casi todos los Reyes del mundo conspiran contra la Religión Santa, que constituye la vida de la sociedad, cuando casi todos celebran pactos nefandos con la revolución impía, divorciándose así de sus pueblos, y convirtiendo la paternal Monarquía cristiana en horrible y despótica dictadura; cuando todo esto sucede, admira, Señor, entusiasma y consuela el ver al Monarca más excelso, al Rey legítimo de los Españoles, al legítimo Señor de Vizcaya, unirse cada vez más a este pueblo que le adora, unirse con el más estrecho vínculo religioso, por un juramento solemnísimo, prometiendo, puesta la mano sobre el altar Sacrosanto y en presencia de la misma Hostia Consagrada, trabajar sin tregua ni descanso en defensa de sus gloriosas instituciones, de sus santas libertades, de sus venerandos fueros.

Señor: cien y mil veces lo ha dicho este nobilísimo pueblo; cien y mil veces ha lanzado el grito salvador de ¡Vizcaya por Don Carlos, su legítimo Señor! Lo ha dicho en sus aclamaciones entusiastas; lo ha dicho con elocuencia terrible por la boca de sus cañones; lo ha dicho con la sangre de sus mártires generosamente derramada en los campos de batalla… Hablad, ahora Vos, pronunciad vuestra última palabra; esa palabra, Señor, que como todas las vuestras, ha de conmover al mundo: hablad, Señor, que vuestro pueblo escucha.

Terminado que fue este bellísimo discurso, que S. M. oyó con conmovedora atención, el Rey colocando su mano derecha sobre el Ara Sacrosanta, pronunció con voz solemne, clara y de manera que toda la concurrencia lo pudo oír, el siguiente juramento:

JURO POR DIOS Y ESTA SANTA HOSTIA CONSAGRADA GUARDAR Y HACER GUARDAR, OBSERVAR, CUMPLIR Y EJECUTAR INVIOLABLEMENTE LOS FUEROS, LIBERTADES, FRANQUEZAS, EXENCIONES, PRERROGATIVAS, BUENOS USOS Y COSTUMBRES QUE HA TENIDO Y TIENE ESTE M.N. Y M.L. SEÑORÍO DE VIZCAYA.

Retirándose S. M. al solio después de que el Sacerdote le contestó.

«SI ASÍ LO HICIEREIS, DIOS OS LO PREMIE, Y SI NO OS LO DEMANDE».

Terminada la Misa la concurrencia, que hasta entonces se contuvo por la santidad del Augusto Sacrificio, prorrumpió en vítores y aclamaciones incesantes al Señor de Vizcaya y Rey de las Españas, tanto, que fue difícil restablecer el silencio, que, por fin se obtuvo para proceder a la solemne proclamación de S. M. como SEÑOR DE VIZCAYA.

El Caballero Síndico Procurador general D. SERAPIO DE PÉRTICA, adelantándose con el estandarte en la mano, intimó silencio al pueblo y en voz muy alta dijo:

NOBLES VIZCAÍNOS:

¡Oíd, oíd, oíd!

¡Vizcaya, Vizcaya, Vizcaya!

¡Por el Señor D. Carlos VII de este nombre,

Señor de Vizcaya, y Rey de Las Españas!

¡Que viva y reine con gloriosos triunfos

por dilatados y felices años!

E incontinenti levantó y batió el referido estandarte hacia todas partes por el Señor D. Carlos Séptimo, de este nombre, Señor de Vizcaya y Rey de las Españas, Nuestro Señor: volviendo a intimar silencio y atención, segunda y tercera vez reiteró la solemne proclamación, continuando en tremolar y batir el pendón.

Sus Señorías, los Señores Caballeros Vizcaínos, Padres de Provincia, Poder-habientes de las Nobles Repúblicas de este dicho Señorío, Villas, Ciudad, Encartaciones y Merindad de Durango y demás Caballeros Hijos-dalgo y el pueblo inmenso que presenciaba esta solemnidad, delirantes de alegría, llenos de entusiasmo, contestaban con inmensas aclamaciones cada vez que el Síndico pronunciaba la fórmula expresada. Los víctores al Rey, las aclamaciones al Señor de Vizcaya y Rey de las Españas D. Carlos Séptimo, al Salvador de España, al Padre de la Patria y otras muchas, que se omiten, se repitieron sin cesar por largo espacio de tiempo, cada vez con más frenesí y mayor entusiasmo. Y al mismo tiempo empezaron de nuevo las salvas de artillería, el volteo de las campanas y el ruido de los cohetes, de manera que era universal la alegría y la satisfacción que en todos los semblantes se retrataba por tan fausto y glorioso acontecimiento.

Habiendo observado la concurrencia que S. M. se levantaba de su asiento y parecía dispuesto a dirigir su voz al pueblo, cesaron las aclamaciones, restableciéndose el silencio. Y el Rey, con voz clara y conmovido acento, se dignó dirigir al pueblo Vizcaíno el siguiente discurso:

APODERADOS DE LAS ANTEIGLESIAS, VILLAS, CIUDAD, VALLES Y CONCEJOS DE MI M. N. Y M. L. SEÑORÍO DE VIZCAYA.

Es tan grande el gozo que experimento después de haber jurado espontáneamente vuestros Fueros, buenos usos y costumbres, como imponente y majestuoso el espectáculo que dais a la Europa, proclamando solemnemente a vuestro legítimo Señor, bajo el Árbol sagrado de vuestras venerandas libertades.

Gracias os doy en mi nombre y gracias en nombre de la católica España, que enérgica y porfiadamente pelea en favor de mi Causa, que es la de Dios y la de la Patria.

Mi ánimo se eleva en presencia de tan grande espectáculo y pronto, muy pronto, guiaré a la victoria a mis esforzados Batallones y en medio de los combates, como en los días de dulce calma, siempre tendrá mi corazón un recuerdo para vosotros y vuestros hijos, que generosamente derraman su sangre en los campos de batalla.

Dios, que nunca abandona a los que por su Causa pelean, nos dará el triunfo en no lejano plazo, y con él la aspiración de toda mi vida, el acierto y fortuna necesaria para hacer a España grande y feliz entre todos los pueblos de la tierra.

Describir el entusiasmo, la indecible emoción que a todo el pueblo embriagaba al escuchar las elocuentes frases de su SEÑOR, seria poco menos que imposible y solo debe hacerse constar que el discurso produjo un entusiasmo tan grande, tan magnífico, que los vivas y las aclamaciones fueron más enérgicas que nunca.

Pasados algunos momentos para que el pueblo expresara con sus aclamaciones su ardiente amor al Rey, el Excmo. Sr. Corregidor, adelantándose, previa la venia de S. M., se dirigió a la concurrencia con estas palabras:

«¡Pueblo Vizcaíno! ¿Juras y rindes pleito homenaje a D. Carlos Séptimo, legítimo Señor de Vizcaya y Rey de las Españas?» Un SÍ unánime, inmenso, atronador, fue la fórmula con que el pueblo Vizcaíno prestó pleito homenaje a su SEÑOR y para atestiguarlo más y más y rendir a la vez todos sus respetos hacia S. M. el Regimiento general, los Caballeros Apoderados y mucha parte del pueblo besaron la mano del Rey, hincando su rodilla en tierra.

En este momento el Sr. Corregidor, previa la venia de S. M., anunció que deseando el Rey que en este día tan grato para Él y para Vizcaya no se derramara una sola lágrima, se dignaba mandar se pusiera inmediatamente en libertad a cuantos se hallaran presos ó detenidos por causas políticas. El pueblo acogió esta Regia orden con aplausos y singular satisfacción.

Acto continuo SS. MM., con el Regimiento y Junta general, se dirigieron a la Iglesia Parroquial y mayor de Nuestra Señora de Santa María de Guernica, quedando en el Estrado levantado el pendón y colocado bajo el dosel un magnifico retrato del Rey, en la misma forma que se hizo en otras proclamaciones. Para su respeto y mayor lustre y honra del Monarca, quedó constituida una guardia de honor, compuesta de los Caballeros Junteros Señores D. Juan José de Larrinaga; D. José Martín de Inchausti; don Fernando de Urgoiti; D. Ramón de Lejarza; D. Francisco Antonio de Vizcarra; D. Manuel Gonzales y Llanos; D, Juan José de Otazua; D. Pedro Ariznabarreta; D. Marcos de Zabala; D. Leandro de Villanueva; D. Juan Bautista de Arauco y D. Juan Domingo de Altuarana; Apoderados respectivamente de las Anteiglesias de Mendata, Arrazua, Vedia, Concejo de Güeñes, Abadiano, Arcentales, Fruniz, Berriz, Garay, Valle de Gordejuela, Gatica y Santo Tomas de Olavarrieta.

Recibidas S. S. M. M. en la Iglesia Parroquial por el Clero, se llenó instantáneamente el templo de la multitud, que sé agolpaba anhelosa por elevar sus oraciones al Dios de los Cielos en favor de su legitimo Señor. Con acompañamiento de música se cantó solemnemente el Te deum laudamus en acción de gracias al Todopoderoso por la felicidad que otorgaba al Señorío, concediéndole la dicha de haber proclamado al Señor D. Carlos Séptimo por su Señor legítimo.

Acabada esta solemne función religiosa, las Corporaciones todas acompañaron a S. S. M. M. a Palacio, despidiéndolos con frenéticas y ardientes aclamaciones y expresando el Rey Nuestro Señor, la satisfacción dulcísima que embargaba su alma ante los testimonios de amor y de adhesión que del Señorío recibía, testimonios que guardaría siempre en su corazón como prenda segura de la perfecta alianza que en este día firmara con el País.

Pasaron seguidamente sus Señorías al Estrado, donde quedaron el Estandarte y Efigie del Rey y recogiéndolos con toda solemnidad, regresaron con igual ostentoso acompañamiento a la Casa Consistorial, llevando el retrato de S. M. los Señores Apoderados D. Jacinto de Pujana y D. Juan José de Lazpita. A presencia del pueblo, que ni un instante dejó de formar una masa compacta en las calles y plazas que recorrió la comitiva, se elevó el Estandarte en el balcón de la Casa Consistorial, quedando el retrato colocado bajo un dosel, en la fachada principal sobre la plaza publica, continuando la guardia los Caballeros Apoderados.

Con tanto terminó la ceremonia, expidiéndose las oportunas providencias para que se celebraran los bailes populares, músicas y demás festejos públicos, que en tales casos se acostumbran y estaban prevenidos.

Y para que conste en todos tiempos y se guarde la memoria de los solemnes actos de este día, se levanta la presente acta, que fue firmada por S. M. el Rey, Nuestro Señor, ordenando que la suscribieran, también, los que se hallaban presentes del Regimiento general, de que yo el Secretario de Gobierno, presente a cuanto queda relacionado, certifico.

YO EL REY.

El Corregidor, CONDE DEL PINAR.- Los Diputados Generales, FAUSTO DE URQUIZU.- PEDRO MARÍA DE PIÑERA.- Los Síndicos Procuradores Generales, SERAPIO DEPERTICA.-JUAN JOSÉ DE LLONA.- Los Consultores, JUAN NICOLÁS DE TOLLARA.- PANTALEÓN DE SARACHU.-

El Secretario de Gobierno, JOSÉ ANTONIO DE OLASCOAGA.

DON JOSÉ ANTONIO DE OLASCOAGA, LICENCIADO EN JURISPRUDENCIA y SECRETARIO DEL GOBIERNO UNIVERSAL DE ESTE M. N. y M. L. SEÑORÍO DE VIZCAYA;

CERTIFICO: Que los acuerdos, documentos y acta precedentes corresponden bien y fielmente con sus originales, que obran en la Secretaría de mi cargo, y para que conste lo firmo en Durango a nueve de Julio de mil ochocientos setenta y cinco.

José Antonio de Olascoaga

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