Reflexiones e inquietudes sobre Montejurra 76

Artículo de Javier Cubero publicado en www.naiz.eus el 30/08/2018

Durante estos dos últimos años la Historia del Carlismo ha venido motivando la aparición de todo tipo de artículos y noticias en relación tanto al 40º aniversario de Montejurra 76 como al Museo del Carlismo. Ambos asuntos fueron debatidos incluso en el Parlamento de Navarra. Sin embargo no se ha avanzado mucho ni en la clarificación de los crímenes de 1976 ni en la representación del carlismo popular e insurgente en la exposición permanente del Museo. Ante esta situación creo pertinente repasar críticamente una serie de hechos.

Coincidiendo con Montejurra 2016 fue estrenado el documental Montejurra 76: Claveles rojos para un adiós, que había sido promovido por el grupo municipal Ahora-Orain de Lizarra, vinculado a Izquierda-Ezkerra. Desde el inicio del documental es otorgado un rol protagonista al movimiento obrero comarcal, algo cuando menos extraño ya que el objetivo de la llamada Operación Reconquista era desestabilizar al Partido Carlista como fuerza política a escala estatal. Solamente después de exponer la conflictividad laboral de Lizarra durante la Transición, es abordada a partir del minuto 11 la evolución del Carlismo durante los cuarenta años anteriores. Igualmente no deja de ser también llamativo que se ignore que Euskal Herria era el marco de referencia nacional de las movilizaciones obreras y populares de Navarra, pues por entonces toda la izquierda opositora combinaba las reivindicaciones sociales con las nacionales. El único historiador entrevistado, Josu Chueca, que no es ningún especialista en la temática carlista, recuerda la participación de los carlistas en el 18 de Julio, pero tras afirmar gratuitamente que el Carlismo fue un «elemento confundador de la dictadura franquista», manifiesta que el distanciamiento del Partido Carlista con el régimen se produce durante la década de 1960. Un hilo narrativo cuando menos lamentable pues no se deberían olvidar hechos como la prohibición de la Academia de Oficiales del Requeté en 1936, la oposición carlista al Decreto de Unificación en 1937, el crimen de Estado de los sucesos de Begoña en 1942, o los enfrentamientos armados de Pamplona en 1945. Tampoco es entendible la escasa visibilidad que se asigna a uno de los dos asesinados, Aniano, militante de la HOAC y del Partido Carlista. En estas carencias se encuentra la causa de que bastantes militantes y exmilitantes del Euskalherriko Karlista Alderdia (EKA) se sientan muchísimo más identificados con el documental La trama de Montejurra de 1998.

En noviembre de 2016 el Parlamento de Navarra, recogiendo una propuesta de EKA, acordó reclamar al Gobierno central la desclasificación de todos los documentos existentes sobre Montejurra 76 en la Administración del Estado. Sobre esta cuestión la diputada de EH Bildu, Marian Beitialarrangoitia, realizó

diversas preguntas al Gobierno del Partido Popular. Fue entonces cuando el Partido Popular explicitó su voluntad de no satisfacer esta demanda, manifestando secamente que «los documentos desclasificados están excluidos de la consulta pública», y que «la desclasificación de documentos es una competencia exclusiva del Consejo de Ministros». Después del reciente cambio de Gobierno en Madrid tal vez sería oportuno volver a insistir en esta reivindicación.

Con motivo de Montejurra 2017 el Partido Carlista denunció ante la prensa que el año anterior había solicitado al Parlamento de Navarra la instalación de una exposición temporal sobre Montejurra 76 sin recibir respuesta de ningún tipo. De todos los parlamentarios de Navarra únicamente Adolfo Araiz se puso en contacto con EKA para intentar saber lo que había ocurrido pues no tenía constancia de esa solicitud, actitud que le honra. Pero que en una institución pública como el Parlamento de Navarra se pierdan los papeles y que no haya habido ninguna otra reacción por parte de ningún otro parlamentario navarro es señal de que algo no funciona correctamente.

En relación a la polémica desarrollada durante los primeros meses de 2017 en torno al Museo del Carlismo, no deja de ser significativo que Izquierda-Ezkerra, que denunció con indignación la presencia de la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) en el Consejo Asesor del Museo, ahora no diga nada sobre el hecho de que la ampliación de la exposición permanente desde 1939 hasta 1977 haya sido encomendada a Francisco Javier Caspistegui, un historiador próximo a la CTC. En su obra El naufragio de las ortodoxias: El carlismo (1962- 1977) realiza afirmaciones tan extremadamente absurdas que no puedo dejar de alarmarme. En relación a los Grupos de Acción Carlista menciona el Gernikako Arbola como un «himno nacionalista vasco» (p. 336). ¿Cómo un historiador del carlismo puede desconocer que el canto de Iparraguirre estaba profundamente arraigado en el carlismo vasco desde mucho antes de la Guerra Civil? Pues como reconocía hasta Lizarza en sus memorias: «Los requetés, no se olvide, cuando marchaban lo hacían al son del chistu, que tocaba el Gernikako Arbola o el Oriamendi». Caspistegui también dejó escrito en su libro, publicado en 1997, que en Montejurra «se reúnen cada año, en los albores de la primavera, los defensores del carlismo de uno u otro signo» (p. 283), como si acaso los actos de Montejurra hubiesen acabado siendo organizados conjuntamente por el Partido Carlista y la CTC. Una investigación sobre el pasado histórico nunca debería ser aprovechada para sembrar confusión sobre la realidad política del presente.

No es entendible de ninguna manera que cuando la mayor parte del material depositado en el Museo fue cedido por EKA, desde 2017 se le haya marginado aún más de lo que ya estaba. Si UPN impuso en 2010 la presencia de la CTC, aunque no hubiese cedido ni un solo papel, al mismo nivel que EKA; Izquierda-

Ezkerra se ha servido de la excusa de apartar a la CTC para lograr la expulsión de EKA del Museo que tan generosamente contribuyó a dotar de contenido.

Además la reciente actitud de Joseba Eceolaza, destacado cuadro de Izquierda-Ezkerra, justificando públicamente el olvido de Ricardo y Aniano en la Ley de víctimas de la violencia policial y ultraderechista, en base a que su caso ya estaba cubierto desde 2003 por la Ley de víctimas del terrorismo, cuando sabe perfectamente que esa ley no ha significado ningún paso nuevo en el esclarecimiento de las responsabilidades políticas de Montejurra 76, me reafirma, como ya manifesté en otra ocasión, «en el análisis de que hay tanto una derecha como una izquierda muy interesadas en ocultar la lucha antifranquista y evolución ideológica del Partido Carlista».

Sinceramente no puedo dejar de pensar en el silencio de Izquierda-Ezkerra cuando en el Museo se prohibió una charla de la Fundación Amigos de la Historia del Carlismo con motivo del 40º aniversario de Montejurra 76. Ni en el escándalo que armó ante la inauguración de la primera exposición temporal («Montejurra. La montaña sagrada») que abordaba los asesinatos de Ricardo y Aniano.