Iguzkiza (Lizarraldea) y su erudito Ramón Abrego

Artículo de Bittor Arbizu publicado en Diario de Noticias (Navarra) el 20/04/2020.

El encanto y personalidad de nuestros pueblos viene dado por la naturaleza, antiguas construcciones y la amabilidad de sus gentes, entre otros elementos. Además en ocasiones te encuentras que hay personas especiales, capaces de resaltar y valorar los restos arqueológicos que nos han dejado otras culturas, el patrimonio arquitectónico y tradiciones, con lo cual enriquecen el atractivo de las localidades.

Iguzkiza es una bonita localidad de Tierra Estella estratégicamente situada en una ladera cercana al valle regado por el Ega y entre las afiladas peñas de Montejurra y el viejo castillo de Deio/Monjardin.

Esta fortaleza ofrece una impresionante panorámica, por lo que ha tenido gran relevancia a través de los siglos para nuestro Reino de Nabarra en esta importante línea defensiva de Lizarraldea. Castillo cargado de historia y leyendas, cuyo contorno da la sensación de tratarse de una nave. Se citan las huestes de Carlomagno en el siglo VIII, pero cercanas a la tradición son las que indican que Sancho Garcés I (905-925), cuyo busto en la plaza de la vecina Villamayor mira a la fortaleza, donde se dice que fue enterrado, la conquistó a los Banu Qasi, familia visigoda convertida al islam, otros dicen que fue vascona, y que mediante alianzas con el califato de Córdoba, dominó las tierras que iban desde Tudela y la Rioja, hasta esos lares. En la Crónica de Alfonso III se indica que Pamplona, Deio y la Berrueza siempre fueron poseídas por sus habitantes, es decir independientes. Los topónimos cercanos dan fe de la primitiva y casi única lengua del entorno hasta el s. XVII, el euskera, Adarreta, Alartza, el curioso Aizpea “debajo de la peña”, Araneta, Arantzeta, Arbileta…

Iguzkiza tiene un casco urbano con viejas casas blasonadas, cercanas a la iglesia. No lejos de ella permanece el palacio, Cabo de Armería, del siglo XVI de los Veláz de Medrano, linaje de gran trascendencia en la defensa del Viejo Reino. Uno de sus miembros fue alcalde del histórico castillo de Amaiur.

En Iguzkiza estuve por primera vez siendo crío, en un viaje de Oco/Oko a Estella para ver un partido de pelota profesional al frontón Lizarra. Un tío me llevó a pie por los caminos rurales, pasando junto a las ruinas del viejo monasterio de Santa Gema, donado en 1063 por el rey Sancho Garcés IV a la catedral de Iruña/Pamplona. En Iguzkiza, recuerdo que un sacerdote sacó de detrás del altar el documento fundacional, un pergamino en piel, de la iglesia, hecho que me impactó.

La curiosidad que me suscitó fue grande, y medio siglo después volví a ver si había suerte y lo mantenían. El sacerdote, que andaba de prisa, tuvo la gentileza de abrirnos la iglesia, estando en la misma una replica de dicho documento, e indicándonos que Ramón Ábrego tenía copia del mismo. No conociéndole y siendo hora de comer sentí apuro al tocar el timbre pero la oportunidad era única. La grata sorpresa fue la gran hospitalidad al recibirnos, tanto por él como por su nuera, incluso me dio una copia del pergamino. La breve conversación resultó muy amena, y además resultó ser sobrino del gran pelotari Jesús Ábrego, de Arróniz, valorado por algunos como el mejor remontista de la historia.

De dicho contacto surgió una cordial relación. Le remití unos artículos míos sobre Arróniz, su pueblo natal, por medio de su nuera. Posteriormente esta me informó de su reciente fallecimiento, hecho que me impactó, además de remitirme varios artículos.

Sobre el pergamino, indicar que mi curiosidad era que hubiese mención a los pueblos del entorno, pero se limita a citas de la Biblia. Al pie señala que la iglesia fue dedicada en honor a San Andrés en el año 1179.

En memoria de Ramón, citaré unas palabras textuales que me dijo sobre su tío: “Tenía intuición de la jugada… sabía lo que iba a hacer el otro. El soltaba la pelota… y tú y yo estaríamos esperando a ver que hace el otro, y pierdes tiempo… él soltaba la pelota epp! (ruido de pelota) al rincón, y ya sabía lo que iba a hacer el otro, esperaba aquí y epp…”.

Me indicó que el pergamino original estaba en el Museo Diocesano y que sólo hay tres iglesias en Nabarra que se sabe la fecha exacta, la de Urraul Alto, la de San Martín de Unx y la de Iguzkiza.

Después he sabido que era un hombre volcado en la Cofradía de San Gregorio, de Iratxe, erudito conocedor e informante de antiguas leyendas, impulsor y protector del románico en tiempos que no se valoraba…

En un interesante artículo Ander Izagirre describe que Ramón en su trabajo, al ir roturando sus tierras ha ido descubriendo losas celtas, ruedas de molino romanas y estelas medievales, lo cual ha hecho con intuición y respeto. Además de dar a conocer restos olvidados de castros, monasterios, ermitas, hospitales, puentes, trujales, canales y ermitas. Ramón señala un documento del siglo XV donde se cita al antiquísimo castillo de los Veláz de Medrano, posiblemente del siglo XII, al que solían acudir los propios reyes de Nabarra. La intuición le llevó a Ramón a descubrir varias tumbas medievales cristianas, por su orientación hacia el oeste. Decía que por la zona hubo pocos musulmanes.

Además de buena persona, fue un gran amante del Viejo Reino de Nabarra y sus tierras. Perteneció al Partido Carlista de Euskal Herria (EKA), foralista, federación de los cuatro territorios históricos: Araba, Gipuzkoa, Bizkaia y Nabarra.

Colaboraba con todos, con actitud abierta. Así lo hizo y se verá en futuras publicaciones. Personalmente lamento no haber podido estar en más ocasiones con él, pues pienso que hubiera sido enriquecedor, ameno y grato. Las personas se van, pero nos dejan su trabajo, memoria y vínculos de familiares. Como me decía su nuera: “Ya sabes cómo te recibió!”, y así fue. La acogida por parte de ambos no se olvida. En tu memoria Ramón, gracias de corazón / Eskerrik asko bihotz-bihotzez! Agur eta ohore!