Unión libre o secesión

Artículo de Patxi Ventura publicado en www.noticiasdenavarra.com 09/09/2017

La única manera de garantizar la unión libre para los ciudadanos y sus comunidades, los pueblos, las naciones de las Españas es respetando la integridad de sus DDHHCCPP, su voluntad democrática expresada de abajo hacia arriba. El actual Estado, como lo refleja su escudo y el Preámbulo de la irregular Constitución fundacional del mismo en 1812, con el territorio ocupado y en estado de guerra, y también la de 1978 que aunque encorsetada, condicionada y coronada por imposiciones de la dictadura, cita, sino reconoce, los derechos históricos preconstitucionales de las nacionalidades, aunque en su cuerpo legislativo se limite a otorgar graciosamente determinadas autonomías.

Es cierto que en 1978 y tras 40 años de cruenta dictadura se aceptó multitudinariamente y sin escrúpulos aquel híbrido con tal de acabar, aunque solo teóricamente, con la misma, pues las mismas familias, los mismos funcionarios han seguido controlando confortablemente la economía y el poder.

La inconmensurable y desvergonzada corrupción desde el gobierno, la política y las grandes empresas, el uso de los fondos de solidaridad o compensación territorial de manera clientelista e injusta para asegurarse el ejercicio del poder al margen de la voluntad de las urnas y de los aportantes; el uso descarado de los distintos poderes de manera sectaria y partidista, esos son los principales motivos por los que se queja hasta el hastío la ciudadanía y sus comunidades, llegando incluso a querer abandonar el Estado ante la imposibilidad de cambiarlo.

El Jefe del Estado, el Gobierno, el PSOE y la misma Constitución sacralizan y ponen la unidad que decreta por encima de todo y eso no es lo que proclaman las Cartas de los DDHHCCPP y sí la libertad, la democracia, la justicia social, la paz y la convivencia. Y la mejor manera de garantizar la voluntaria unión, que es lo que se puede dar entre distintos y no la artificial e impuesta unidad, es vigilando que se cumplan esas exigencias para que la misma se dé desde la voluntariedad el respeto mutuo y el interés recíproco.

Cualquier imposición es mala por sí misma, incluso la unidad, si es de esa manera. Recordemos la sentencia del regente Espartero, personaje “ejemplar” del liberalismo borbónico que tras bombardear Barcelona y con el aplauso de muchos recomendaba volver a hacerlo cada 50 años para mantenerla unida.

Pase lo que pase en relación al referéndum no se ganará nada reprimiendo o enfrentando a la Generalitat y al Parlament de Catalunya, excepto que en próximas elecciones se dé ya claramente una imparable mayoría independentista que nadie podrá ignorar.

La voluntad mayoritaria acreditada en Catalunya hoy aún no es la independencia y sí la capacidad para decidir democráticamente su futuro y recuperar la soberanía que le permita acordar desde la igualdad con el resto de comunidades y/o el Estado, unas reglas justas y solidarias de convivencia, lo que no solo asegurarían la mayor unión de Catalunya que es la libre y voluntaria, sino que serviría de modelo válido para dar solución a todos los problemas territoriales que arrastra traumáticamente este Estado desde su fundación.

Por ello y para evitar males mayores, se debiera buscar con urgencia la manera de habilitar un acuerdo para la celebración de una consulta abierta con todas las garantías y todas las posibilidades, y con el compromiso de las partes de aceptar el resultado.

El autor es militante del Partido Carlista de Euskal Herria – EKA