Artículo de Patxi Ventura publicado en www.noticiasdenavarra.com 18/06/2019
Los señores del Ateneo Basilio Lacort siguen con su obsesión anticlerical y come curas igual que en siglos pasados, queriendo confundir la jerarquía y la institución secular con el clero popular y el Evangelio, desconociendo el respeto que todos los demócratas debemos a todas las ideas y creencias de todas las personas siempre que éstas respeten los DDHHCCPP (y no lo hacen los que han registrado a su favor tantos bienes, iglesias e incluso círculos de forma nada regular y contra los intereses de la ciudadanía navarra).
En su ciega y obstinada voluntad de ofender al Partido Carlista siguen empeñados en no atender ningún razonamiento y en recurrir a cualquier cuento de unos y otros para equiparar teólogos, cerdos, idiotas, truhanes y carlistas con su enfermiza, zafia e ignorante inquina.
El Carlismo, en 1833, se formó por distintas fuerzas, los aristócratas legitimistas por una parte, y los carlistas populares o foralistas que, mejor o peor informados, se levantaron para quitar el hambre y contra la ilegitimidad y el centralismo militarista e imperialista liberal de la Pepa que, tras loar los fueros de las Españas, pretendió exterminarlos. Esta divergente composición ocasionó sangrantes contradicciones y luchas internas durante mucho tiempo, pero las luchas y sacrificios fueron depurando y perfilando la composición y la ideología del Partido Carlista que, a pesar de ello, no pudo evitar una cierta y constante colonización de parte de su dirección por ese sector retrógrado dirigido desde el Estado para manejarlo y lastrarlo.
Todos sabemos que la sociedad y la escala de valores cambió radicalmente a lo largo de los tres últimos siglos, y no se pueden extrapolar valoraciones o hechos de hace 180 años a la actualidad, cosa que se hace muy habitual y sectariamente.
En 1936, el fascismo también promovió la violencia y se sumó a la política de frentes, intoxicando a la opinión pública y especialmente al carlismo popular con el terrorismo anticlerical frentepopulista (hoy sabemos que a veces también promovido, cuando no ejecutado, por el mismo fascismo).
El Partido Carlista, sin duda, se equivocó gravemente al alinearse junto a quienes le habían combatido con las armas durante tres guerras y cien años, aunque no era tan fácil apreciarlo en aquellos días de terror, muerte y atentados. Y eso lo hemos reconocido muchas veces desde entonces, eso sí, matizando que no fueron pocos los que con todos los reparos se oponían y que intentaron evitarlo hasta que en el último momento la Junta carlista de Navarra decidió sumarse al golpe arrastrando a todo el partido que en aquellacircunstancia no tuvo fuerza para evitarlo.
En 1936 El Pensamiento Navarro publicó en portada la prohibición a los carlistas de participar en ejecuciones cuneteras, sí, eso es innegable y se puede comprobar. Muy posteriormente, y siendo director Javier Mª Pascual, llegó a ser un periódico de referencia de la oposición democrática al franquismo, dentro de lo que entonces era posible, con distribución en todo el Estado. Tras la traición de Baleztena los GAC tuvieron que volarlo y así lo hicieron. Además, antes hubo muertos y tiros de ametralladora en la plaza del Castillo en 1937, bombas de mano en Begoña, y otra vez muertos y ametralladoras en el 76. Por fin, uno de los últimos amnistiados en salir del penal del Puerto de Santa María en la transición franquista fue nuestro querido compañero, el carlista Josep Massana Martí.
Sí, tras 186 años de vida, lógicamente, son muchos y graves los errores cometidos y los inducidos, y muchos más los que sin razón se nos achacan, pero con mayor o menor pujanza seguimos existiendo física e ideológicamente y colaborando con nuestros modestos aportes a la defensa del socialismo y de la soberanía y la autogestión de los pueblos de las Españas y su solidaria y libre confederación desde la autodeterminación.
Nuestra lucha antifranquista, más allá de los colaboracionistas que quisieron jugar a lo de la monarquía del 18 de julio, que ocasionó que nos expulsaran a muchos que nos opusimos, quedó registrada indeleblemente en el TOP, en los consejos de guerra, en la cárcel, en las multas, en los destierros y en el exilio de los que los sufrimos. Y también en la participación en las juntas, plataformas y platajuntas democráticas, en la creación de Izquierda Unida, la colaboración en la redacción del Estatut y la participación en el foro de Lizarra/Garazi.
Y no se trata de tener o no razón, que nadie la tiene en exclusiva, sino de aportar datos que nos ayuden a poder interpretar sin acritud los temas que nos ocupan en toda su amplitud. El odio visceral que muestran esos señores contra el Carlismo, y en especial contra el Partido Carlista, además de amargarles la vida, desgraciadamente les imposibilita también para un juicio ecuánime y una valoración imparcial. Parece más un problema de psiquiatría que de Historia, háganselo mirar… vale la pena.
El autor es militante de EKA