Lo que en informática se conoce como nube no existe, se trata del ordenador de una empresa. Más exactamente, la nube son enormes pabellones llenos de ordenadores de empresas que necesitan enormes cantidades de energía. Microsoft quiere apostar por pequeños reactores nucleares para satisfacer estas necesidades energéticas.
Antiguamente el sistema operativo Windows era la base del negocio de Microsoft, pero en los últimos años obtienen la mayor parte de sus beneficios de los servicios en la nube. Azure, de Microsoft, ocupa el segundo lugar tras Amazon AWS, la empresa dominante en el sector. Amazon, Microsoft y Google copan el 66% del mercado.
Microsoft aspira a la hegemonía en los servicios en la nube, objetivo con el que han invertido miles de millones en el startup OpenAI que ha desarrollado el conocido ChatGPT. Esto está permitiendo integrar la “inteligencia” artificial en los servicios de Microsoft: herramientas de ofimática Microsoft 365, nube Azure, buscador Bing, herramientas de desarrollo de GitHub…
Los servicios en la nube y la “inteligencia” artificial exigen grandes infraestructuras: enormes pabellones llenos de miles de ordenadores. Microsoft cuenta con más de 200 centros de datos de este tipo por todo el mundo. Tienen un gran consumo energético y de agua, especialmente los relacionados con la “inteligencia” artificial y Microsoft quiere empezar a utilizar pequeños reactores nucleares para cubrir estas necesidades energéticas.
Los pequeños reactores modulares (Small Modular Reactor, SMR) son más pequeños que las centrales nucleares convencionales y utilizan uranio más concentrado. El diseño de un reactor de este tipo ha sido aprobado por primera vez en enero de 2023 por el Comité Regulador de la Energía Nuclear de EEUU.
Este es solo un ejemplo más por el que nos quieren vender que el futuro es de la energía nuclear. Nos quieren hacer creer que de esta manera la energía será más barata y se generarán menos residuos, pero todos sabemos que no es así, que todo se trata de hacer negocio sin tener en cuenta sus repercusiones en la salud y en el medio ambiente ni los efectos nocivos de cara a las generaciones futuras.