Desde estas líneas queremos enviar todo nuestro más sincero apoyo y solidaridad a las víctimas y familiares de los afectados ya que El número de fallecidos no deja de aumentar debido al fuerte temporal que ha azotado con fuerza el Mediterráneo occidental: hasta el momento, más de 160 fallecidos y decenas de personas de las que no hay noticias.
La zona de la tragedia tiene antecedentes en esta misma época del año. Recordamos las grandes riadas sufridas entre octubre y principios de noviembre de 1982 y 1987. Todas estas situaciones tienen el mismo comportamiento, lluvias muy intensas en muy poco tiempo. El caso es que son cada vez más fuertes, más extremas como estamos viendo en los últimos años añadidas además a otros fenómenos atmosféricos nunca vistos hasta ahora.
Los científicos tienen claro que existe una relación directa entre el calentamiento climático y este tipo de situaciones, que la una es consecuencia de la otra, y que si no tomamos medidas urgentes y contundentes no podremos evitar estas circunstancias tan duras. Las lluvias torrenciales serán más cortas, pero cada vez de mayor intensidad. Estamos informados y lo sabemos desde hace tiempo, así que es inútil e irresponsable actuar buscando excusas sin fundamento. Está ocurriendo, va a ocurrir, y en nuestras manos está suavizar en lo posible sus consecuencias.
El urbanismo tiene una importancia esencial en todo este asunto. Por ello hay que revisar bien los planes urbanísticos realizados en épocas en las que la naturaleza no causaba tantos estragos, especialmente en zonas con alto riesgo de inundación y en las que se han ido edificando muchas veces sin orden ni concierto.