Recientemente ha salido a la luz un informe sobre la represión en la Comunidad Foral de Navarra de la Universidad Carlos III de Madrid, pagado por el Gobierno de Navarra y, por tanto, con el dinero de todos los navarros, titulado «El terrorismo desconocido. Atentados terroristas de extrema derecha en Navarra (1975-1985)». En su día ya denunciamos los errores de este informe por lo que respecta al carlismo, colocándolo erróneamente en el lado de la extrema derecha, aunque luego sus autores se retractaron.
Pero es que existe otro estudio, ahora reflejado en el Centro Documental de la Memoria Histórica de la Universidad Pública de Navarra, sobre la represión contra la oposición al franquismo en el que los autores ni se molestan en mencionar la represión que la dictadura ejerció contra el carlismo y sus militantes.
Todo ello no puede por menos que hacernos pensar que existe una especie de conspiración porque, como decía julio Aróstegui, el carlismo no ha sido nunca un tema grato en ciertos círculos de la historiografía, que se empeñan en dar una visión franquista del carlismo.
Parece que todos los medios son válidos para desdibujar y manipular la historia de este movimiento popular y centenario, que hoy está plasmado en el Partido Carlista de Euskalherria (EKA).
Algunas de las actuales organizaciones progresistas y que se dicen de izquierdas, a través de sus correas de transmisión que son los grupos de la llamada Memoria Democrática (antes Memoria Histórica) quieren dejar la imagen del carlismo como una fuerza reaccionaria y franquista, basándose únicamente en su participación en la guerra civil de 1936-1939, sin tener en cuenta que se opuso al franco-falangismo desde el primer momento tal como se reconoció desde el Partido Comunista que, en la posguerra, dirigía el navarro Jesús Monzón, cuando intentó que se uniera a ellos en la Unión Nacional contra Franco. En aquellos años las dos únicas organizaciones de masas que en Navarra se oponían al régimen eran los dos PC: el carlista y el comunista.
Tampoco quieren reconocer –y silencian– sus casi doscientos años de lucha popular en defensa de los fueros y el auzolan primero y el federalismo y la autogestión más tarde. Ocultan también la participación carlista en las luchas sociales durante el franquismo con participación desde el principio en acciones populares antes incluso de que lo hicieran los que ahora quieren ningunearlo. Ocultan su participación en plataformas democráticas, en Comisiones Obreras, incluso en la fundación de Izquierda Unida.
Quieren ocultar igualmente las manifestaciones que en solitario protagonizó el carlismo por toda Navarra contra la dictadura. Manifestaciones donde se quemaban retratos de Franco, en tiempos más difíciles de los que ahora se queman los del rey; se enfrentaban con los grises, se detenía a centenares de militantes carlistas –más de 200 sólo en Navarra–, algunos de los cuales recibían además de malos tratos y torturas, cárcel, consejos de guerra y multas muy cuantiosas. Algunas de sus publicaciones legales fueron censuradas y/o secuestradas, se les clausuraron locales, etc. Mientras cierta izquierda actual, estuvo de vacaciones los cuarenta años de franquismo.
También los máximos dirigentes del carlismo, Don Javier de Borbón Parma, y su hijo Carlos Hugo junto sus hermanas, María Teresa, Nieves y Cecilia, comprometidos a favor de las libertades y contra la dictadura, fueron expulsadas por Franco en 1968, por su papel en la evolución del carlismo hacia una sociedad más democrática.
Algunos memorialistas desmemoriados han olvidado que muchas familias del Partido Carlista protegieron a militantes de izquierdas y los escondían en sus casas cuando eran perseguidos; o se reunían clandestinamente en los círculos carlistas. Eran militantes de esos partidos que ahora dicen que habría que cerrar el Museo del Carlismo después de haber excluido de su relato el historial opositor del carlismo durante la dictadura.
Es vergonzoso y demuestra poca calidad humana y política lo que hacen esas organizaciones u organismos que quieren ocultar la lucha del carlismo cuando saben que fue cierta, lo cual raya en prevaricación; unas organizaciones que no paran de apelar a frases y palabras como verdad, justicia, libertad, regeneración democrática, respeto a las minorías, etc.
Y lo más grave de todo es que los documentos e informes oficiales tanto universitarios como del Gobierno de Navarra, que niegan o falsean esta lucha del carlismo, quedarán como la verdad única para los estudiantes, centros de memoria e historia y para las generaciones futuras que quieran estudiar y conocer esta época. ¡Vergonzoso!