Artículo de Ignacio Salsamendi publicado en Diario de Navarra 14/11/2019
Hace poco acudí con unos amigos al cementerio de Estella con el propósito de adecentar mínimamente un gran mausoleo situado a la entrada de dicho espacio funerario.
Es el más solemne y majestuoso de los allí existentes, fue costeado por Carlos VII para contener los restos de varios generales carlistas aunque la intención era que cobijase también los de otros de sus voluntarios pero lo único posterior, muy posterior, es una pequeña placa en recuerdo de todos los carlistas caidos por unos ideales.
Dicho gran monumento (adornado con símbolos militares y los leones tan queridos por la estética del XIX) no puede competir con el dedicado en El Roncal al tenor Gayarre, obra maestra de Mariano Benlliure, pero ello no desmerece al de Estella que tanto por su empaque como monumentalidad es digno de una mínima conservación, mas aun si se tiene en cuenta que tan solo existe otro monumento funerario carlista de similar rango en Euskal Herria, el de Zumalakarregi en Zegama, situado en el interior de la parroquia de San Martin por lo que su conservación, a diferencia del de Estella, es buena.
Estella/Lizarra, tan destacada en su veterana significación histórica, que conserva el más rico patrimonio carlista, no puede abandonar el excepcional y monumental panteón de los generales de Carlos VII, merecedor de cuidadosa atención tanto por la concejalía de cultura de su Ayuntamiento como por la Consejería de igual ramo del Gobierno de Navarra.