En un artículo publicado recientemente en Diario de Noticias, firmado por el Secretario General Federal del Partido Carlista, José Lázaro Ibáñez Compains, en el que se mezcla, sin ton ni son, la Cruz de Borgoña, organizaciones como SUMAR, el Yunque o el mismísimo Museo del Carlismo de Estella-Lizarra, todo en un batiburrillo difícilmente digerible para los no iniciados en este tema, el firmante pone el grito en el cielo acusando al mismísimo ministro de Cultura Ernest Urtasun de colaborar con la extrema derecha, debido a un acto organizado el pasado 23 de enero en el Museo Cerralbo de Madrid.
El caso es que efectivamente, en dicho acto participaron como ponentes dos destacados dirigentes de la ultraderechista Comunión Tradicionalista carlista y claro, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el autor no deja títere con cabeza, atacando a diestro y siniestro, todo ello sin aportar algo tan fundamental y desgraciadamente tan escaso en este tiempo, como son el rigor y la honestidad.
Digo esto porque este señor, en un alarde de cinismo de manual, no da a conocer que él mismo pertenece y es miembro activo de una orden caballeresca legitimista-parmesana que hace escasamente tres meses llamó a capítulo a todos sus miembros para celebrar en la sede de la propia Comunión Tradicionalista carlista de Llíria (País Valencià) su fiesta anual, a la que él mismo acudió y compartió, sin ningún reparo, mesa y mantel con conocidos ultras negacionistas de los asesinatos de Montejurra-76. Motivo por el cual, si tuviera un mínimo de vergüenza, debería dimitir de su cargo de Secretario General Federal y abandonar el Partido Carlista a la máxima brevedad.
Pero aquí no queda la cosa, ya que lo triste es que los militantes del Partido Carlista debemos acudir a medios como este para dar a conocer y denunciar el comportamiento de este señor, pues carecemos de las mínimas garantías procesales de denuncia interna debido a que tiene absolutamente bloqueado y paralizado el funcionamiento ordinario del Partido Carlista legalmente establecido en sus estatutos.
Sirva como ejemplo el hecho de que siguiendo el patrón de un comportamiento típicamente autoritario y caciquil, lleva año y medio sin convocar su máximo órgano de dirección, el Consejo Federal, cuando estatutariamente está establecido que debe ser convocado cada tres meses de forma ordinaria. Saltándose a la torera el principio de democracia interna absolutamente fundamental en cualquier organización política.
Que cada cual saque sus propias conclusiones.